Jose De Vega se sentía desconcertado en aquella gran ciudad. Hacía poco que había atracado su barco en el que se había enrolado desde Gran Canaria, y aquel era el séptimo puerto en el que había desembarcado, Nueva Orleans.
Bañada por el rio Misisipi, padre de todos los ríos, la ciudad se le presentaba a José como una gran urbe con gente de todas las razas, un lugar multicultural en el que los letreros de las calles aún estaban en francés, reducto del hecho de haber sido una colonia francesa . Por las aceras te podías tropezar con muchos ciudadanos negros, descendientes de todos aquellos esclavos africanos que un día fueron desembarcados encadenados y tristes, en el puerto del rio Misisipi.
La sensación de soledad que invadía a José era muy fuerte, pero también la curiosidad era mucha y todo aquel "mundo" que se le presentaba ante sus ojos era tan diferente al suyo, que no podía dejar de observarlo todo, de devorar con la mirada las calles llenas de gente variopinta, los edificios con aquellos soportales de hierro del barrio francés, el tráfico de vehículos, grandes coches que en aquellos años 50 circulaban lentamente al lado de las aceras.
Pero tal vez lo que más le llamaba la atención de Nueva Orleans era su sonido. En cualquiera de los bares del pecaminoso barrio francés, podías encontrar a una pandilla de músicos que tocaban como si estuvieran poseídos por algún demonio, una música que tenía un punto de locura. Se trataba de un sonido que había heredado los ecos de los cantos de aquellos hombres africanos, traídos involuntariamente desde África el siglo pasado. También contenía restos de músicas francesas y latinas.
De toda aquella amalgama de notas había surgido el Jazz, vivo y a veces doliente, como el canto de los negros cuando trabajaban en las plantaciones bajo el yugo de los crueles capataces blancos.
Y bajando por la Avenida St. Charles, calle principal de la ciudad, se encontró José aquel lugar tan particular. Miró el letrero. Tenía facilidad para los idiomas y ya se había acostumbrado al inglés. Estudio de grabación, tradujo.
Al principio, cuando se le pasó la idea fugazmente por la cabeza la intentó desechar, pero en aquel momento, estando entre toda aquella gente la soledad era muy intensa, echaba de menos a su familia, a su querida Clara y a sus hijos pequeños y estaban tan lejos...
Atravesó la puerta del estudio y se percató de que con un par de dólares podría llevar a cabo su plan. De pronto se vió dentro de una pequeña habitación del estudio, en la que un hombre se encontraba al otro lado de un cristal, manipulando unos grandes aparatos que no había visto nunca. Delante de él un gran micrófono. Esperó la señal del hombre que estaba al otro lado del panel de cristal y esa señal llegó, el hombre levantó la mano. Ya podía empezar a hablar. Iba a ser grabado.
José respiró profundamente, todos los sentimientos y todos los recuerdos lo innundaron en ese instante. De repente ya no se sentía tan lejos, un hilo invisible en aquellos momentos lo unía a su familia. Lo podrían escuchar, podría hablarles,pensó. Cerró los ojos y una voz entrecortada le salíó de su interior: Clara, estoy en Nueva Orleans, una ciudad muy grande, pero yo me siento muy solo. Clara te echo mucho de menos a ti y a los niños, no te olvides de que te quiero. Ese disco llegó a Gran Canaria varios meses después.
Y en otra ciudad no lejos de allí y en la misma época, Sam Phillips se devanaba los sesos para poder triunfar en la vida. Era de ese tipo de hombres que piensa que el mundo no hay que dejarlo como está, sino que hay que cambiarlo y en ello estaba.
Cuando era joven había tenido que dejar la carrera de Derecho para ayudar a su familia, pero eso no acabó con su determinación de llegar a algo más. Músico frustrado quiso estar alrededor de la música aunque fuera como observador. Comenzó siendo locutor de radio pero una vez acabada esa etapa, decidió abrir un estudio de grabación, el Memphis Recording Service, lo que luego sería el sello discográfico Sun Records.
Phillips quería ser el primero en grabar la música negra, esa música lo conmovía, veía el futuro en ella. Una de las primeras grabaciones que se hicieron en su estudio, vendría de un grupo de prisioneros negros que estaban encarcelados y habían formado un conjunto musical. The prisioners, que así se llamaban, grabaron un disco en la Sun Records siendo Phillips el productor. Fue el primer pequeño éxito del modesto sello discográfico, pero ya la máquina del triunfo se había puesto en funcionamiento.
Sam Phillips sabía lo que quería, tenía claro cual era el sonido que iba a tiunfar y era un sonido nuevo pero a la vez era también un sonido ancestral.
Y de aquel lugar pequeño con aquel hombre visionario, efectivamente salieron muchos sonidos nuevos, entre ellos unas primeras canciones que nadie sabía donde encasillarlas, canciones que bebieron en las fuentes que existían hasta ese momento, el Jazz, el Soul, el Country, la música negra lejana... Tiempo después dijeron que aquello que había surgido era Rock la semilla del Rock.
Dos historias que tienen en común un estudio de grabación, una misma época los años 50.
A José De Vega le pude seguir la pista. Años después, ya de vuelta a su hogar, era un abuelo dulce de cabellos blancos, que contaba historias sorprendentes de lugares lejanos, utilizando en ocasiones sus conocimientos de inglés, como si el usar esa lengua le hiciera estar más cerca de aquellos lugares por donde se sintió tan sólo y maravillado.
De Sam Phillips he leído que además de tener una gran visión de futuro, tuvo mucha suerte. Una tarde de verano atravesó la puerta de su negocio un chaval de diciocho años, con la cara llena de granos y una guitarra colgada a la espalda. Con mucha timidez, mirando al suelo pudo balbucear que quería grabar una canción para regalársela a su madre. Pagó lo mismo que mi abuelo en Nueva Orleans por el disco, un par de dólares pero sus verdaderas intenciones no eran las de hacer una simple grabación. En realidad soñaba con ser un gran artista y cantar para un auditorio lleno de gente.
El chico respondía al extraño nombre de Elvis Presley, pero creo que este muchacho y su historia se merecen un blog propio, ¿no creen?.