miércoles, 16 de octubre de 2013
Nuestros maestros favoritos.
Ahora que se acerca el día del enseñante dió la casualidad de que ha llegado hasta mis manos un libro que recopila las opiniones de distintas personas del mundo de la política, del espectáculo y de la literatura y el periodismo sobre algún maestro que había tenído influencia en sus vidas profesionales y también personales. Me llamó la atención el relato de Emilio Aragón que cuenta el entusiasmo de un profesor suyo que tenía una palabra clave: "apúntate". Una persona de esas que nunca ve obstáculos y que te inyecta esa idea positiva de la vida. Nos guste más o nos guste menos lo cierto es que Emilio Aragón se ha apuntado a todo. Leer este libro me ha hecho reflexionar muchísimo acerca de la profesión que desempeño. De la influencia que va a tener mi actitud y mi dedicación diaria en los alumnos que pasen por mi aula. Da un poco de vértigo pensar que de mí en parte, dependerá el amor a la lectura que pueda presentar uno de mis alumnos en el futuro y que de mí dependerá también, que esas personas que se están formando de mi mano puedan alcanzar una educación emocional más completa, algo tan necesario hoy en día o desarrolar la inteligencia social, sin olvidarme de la preparación académica en la que hay tantos contenidos y competencias que conseguir. Es cierto que para ser maestro es necesario tener una formación y una gran vocación pero no deja de ser el enseñante un profesional, una persona normal con miedos e inseguridades como todo el mundo, me refiero a que los profesores no son súper hombres o súper mujeres sino gente normal y corriente que se enfrenta cada día a situaciones nuevas en muchas ocasiones producto de los rápidos cambios a los que estamos sometidos continuamente en el mundo acelerado en que vivimos, cambios para los que los padres muchas veces no tienen respuestas y nos piden a nosotros actuaciones acertadas y efectivas. Leyendo este libro hice un repaso por todos los profesores de mi infancia y de mi vida escolar y lo cierto es que no encontré a ninguno de esos de "apúntate". Si que he encontrado a profesores que me han llenado más en otras épocas como en la época universitaria o ahora con algunos de mis colegas a los que admiro profundamente. También como creo en la formación permanente, me sigo encontrando joyas en algunas clases que recibo, como el profesor de música Eduardo García de la Escuela Municipal de Música de Las Palmas, pero lo cierto es que no encontré a ningún maestro en mi pasado escolar pero sí lo encontré en mi familia, mi tía abuela Carmen De Vega Padilla, una mujer que fundó una escuela parroquial, que eran pequeñas escuelas de barrio que dependían de las parroquias. Ayudada por su hermana Ana, Carmen compartió sus saberes con los vecinos y los preparaba para que fueran luego a examinarse al colegio público León y Castillo ubicado en La Isleta. Fueron más de dos décadas dedicada a esta labor en una época en la que Gran Canaria contaba con un 60 por ciento de analfabetos, en su mayoría mujeres. Es muy loable contribuir a que desaparezca esa oscuridad que supone el desconocimiento total de las letras. Y puede ser que muchas de las personas que pasaron por aquellas aulas improvisadas no siguieran posteriormente con su formación, pero al menos ya serían capacer de moverse por la vida con la seguridad que da el adquirir la lectura y la escritura y las "cuatro reglas". Carmen era un mujer de voz contundente, espíritu de artista porque organizaba marvillosas actuaciones de música y teatro con sus alumnos y vocación férrea. Yo no sé que tipo de maestra soy pero tengo claro el modelo de maestra en el que quiero convertirme y en eso digo lo mismo que decía el profesor favorito de Emilio Aragón: "apúntate". Pues yo me apunto al modelo de maestra que representó Carmen De Vega Padilla.
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