sábado, 30 de noviembre de 2013

Se aprende lo que se ama.

   Ha caído en mis manos un libro maravilloso de un autor que me ha fascinado, Francisco Mora. 
Se trata de un Neurocientífico, Doctor en Medicina, Doctor en Neurociencias y Catedrático de Fisiología Humana. Y he titulado este post con "se aprende lo que se ama" porque el libro del que hablo también se titula así.
   Francisco Mora parte de la idea de que solo seremos capaces de aprender y de enseñar a través de la emoción. Como si de una bombilla se tratara la emoción debe encenderse dentro de nosotros. Ese mecanismo activará la curiosidad, la atención,  la memoria y en definitiva el aprendizaje.
   Aparece la neurociencia como una herramienta básica para los enseñantes, que  deben tener conocimientos de neuroeducación para llegar mejor a los alumnos. Pero ¿qué enmarca  la neuroeducación exactamente? Una serie de factores que influyen en las escuelas, o universidades: dormir bien, la arquitectura del colegio y del entorno, los horarios elegidos, la luz, el ruido, la temperatura... Todas esas cosas que en muchas ocasiones no se tienen en cuenta pero que son muy importantes a la hora de tener éxito en el proceso de aprender. Se trata de una nueva visión de la enseñanza basada en el cerebro. Hacer uso de los nuevos descubrimientos neurológicos para ser capaces de guiar a los alumnos de una manera efectiva, por la senda del aprendizaje. Si somos capaces de conocer y entender un poco como funciona nuestro cerebro será más fácil utilizar la estrategia adecuada y necesaria para que el alumno, se "emocione" con esos "nuevos saberes" que le vamos a presentar y por tanto no existirá un "apagón emocional", algo tan común hoy en día en muchos niños y jóvenes que presentan un comportamiento de desidia absoluta ante lo que se muestra en las escuelas.
   Tenemos que partir de la base de que el maestro tiene que conocer la magnitud de su responsabilidad será un transmisor de emoción, de la suya propia a través de su experiencia, de sus propias vivencias. Ya vemos que la emoción es algo contagioso. Es curioso que la palabra "emoción" no estaba tan relacionada con la inteligencia, pero en los últimos años vemos  la importancia que tiene manejar bien las emociones, cualquier tipo de emoción.
   Hay una idea en este libro que me parece maravillosa y es la de que todo lo que se enseña tiene la capacidad de cambiar el cerebro del que aprende en su física  y su química, su anatomía y su fisiología, conformando así circuitos neuronales que anteriormente al aprendizaje no existían. También la idea de que el cerebro es plástico a lo largo de toda la vida, es decir que puede ser modificado por el aprendizaje a cualquier edad, es una realidad muy optimista y que nos anima a todos a seguir la línea del aprendizaje permanente, nunca es tarde para aprender cosas nuevas que nos "emocionen".
   Me gusta el concepto de "ventanas plásticas" que aparece en este ensayo porque me hace imaginar todo lo que se va abriendo en nuestra cabeza y todo lo que queda por abrir, por decirlo de una manera nada científica pero sí muy entendible, me pregunto cuántas ventanas deja uno sin abrir en la vida a veces de manera voluntaria, otras por alguna imposibilidad exterior, pero estaría bien proponerse leyendo todo esto empezar a "airear" nuestro cerebro sin dejar nada cerrado ahí dentro a partir de ahora.
   Francisco Mora habla en uno de los capítulos de los neuromitos, esas ideas que circulan en el mundo de la neurociencia y que no son ciertas como la de que sólo utilizamos el diez por ciento de nuestro cerebro. Nos dice el autor que nuestro cerebro funciona completamente, pero entre más nos emocionemos, más aprendizajes alcancemos de todo tipo, más actividad neuronal tendremos, más capacidad alcanzaremos, nuestra inteligencia estará más desarrollada.
   En este blog en el que siempre abogo por la palabra, estoy en consonancia con el Doctor Mora que habla de las palabras como "el vehículo del conocimiento". A pesar de las tecnologías y todos los medios de comunicación que tenemos en la actualidad a nuestro alcance, sigue siendo la palabra la transmisora principal de la "emoción". No hay emoción en un whatssap, no nos engañemos.
  Recomiendo esta lectura a cualquier persona aunque no tenga nada que ver con el mundo de la educacíón, porque todos somos aprendices a lo largo de toda la vida. Y si es cierto eso de que "la emoción mueve el mundo" como dice nuestro autor, intentemos cada día emocionarnos un poco.