En un viaje imaginario que hice a Nueva York en mi Vicio de Contar muchos meses atrás pasé por el escaparate de Tiffany. Era una mañana un poco gris y al igual que Holly yo también me llevé algo de comer mientras disfrutaba de la visión de ese suntuoso escaparate. Puede ser que yo tuviera uno de esos días rojos de los que ella hablaba, que no son días negros, tristes ni lluviosos, sino son días en los que el miedo se apodera de uno sin que nada se pueda hacer. Como antídoto a ese pánico incontrolable Holly se acercaba a Tiffany porque le daba la sensación de que allí nada malo podía pasarle. Yo quise hacer lo mismo en ese viaje de mi imaginación, probar a sentirme segura en aquel emblemático lugar. Desayunar en Tiffany es un sueño que todos hemos tenido después de ver la inolvidable película.
Fue el escritor sureño Truman Capote el que creó el personaje de Holly Golightly. Pero en su novela esta mujer no era la versión edulcorada que nos ofrece la película de ella, en cuyo guión también intervino el escritor norteamericano, sino que se trata de un personaje mucho más torturado por la vida. Una mujer de vida liberal, que ejerce una prostitución encubierta hasta para ella misma, -se plantéa si el hecho de haber tenido once amantes es ya un indicativo de que está inmersa en ese antiguo oficio ya sin remisión-. La historia está contada por un escritor que se muda al edificio de la chica y que la observa desde la cercanía pero que al contrario de lo que ocurre en el film, nunca tiene nada con ella. Holly termina huyendo sin que nadie descubra su paradero porque ha estado relacionada con un delincuente y la justicia la busca por su complicidad en el delito de su amante.
Truman Capote ha sido un escritor importante en la literatura norteamericana. Sus novelas retratan a personajes complicados con historias poco comunes. Su libro más reconocido fue una novela que está basada en un caso real A sangre fria que cuenta el asesinato de la familia Clutters de Kansas. Una historia para la que el autor estuvo más de cinco años investigando e indagando haciendo un trabajo que está entre la literatura y el periodismo. Este relato influyó posteriormente en el mundo de la prensa escrita y se consideró el germen del género de la novela de no-ficción.
Además de todo esto el personaje que me ocupa fue una persona integrada en la sociedad y la farándula americana, al igual que el artista contemporáneo Andy Warhol.
El director de cine Blake Edward contó con la colaboración de Truman Capote para escribir el guión de la entrañable película. Edward está considerado como un director magistral de comedias, y aunque haya tocado muchos géneros diferentes en su cine, dirigió la trágica historia Días de Vino y Rosas que protagonizaron Jack Lemon y Lee Remick, es cierto que es en la comedia en donde más ha destacado y desde luego siempre es más recordado por la película que me ocupa Breakfast at Tiffany`s, así como también por la saga de películas de La Pantera Rosa, las buenas y las malas y la magistral comedia protagonizada por Peter Seller, uno de sus actores fetiche, El guateque.
Hay muchas curiosidades relacionadas con este largometraje que como siempre, hacen que su realización se convirtiera entre las casualidades y la genialidad de los que intervienen en ella, en una película única. Truman Capote propone como protagonista femenina a su gran amiga Marylin Monroe. Evidentemente el resultado hubiera sido bien diferente si la sensual Marylin hubiera interpretado a este personaje alocado. Porque lo mágico de la historia es que la actriz protagonista no es una mujer con aspecto de chica alegre, al contrario representa la fragilidad y la vulnerabilidad, hasta vemos en ella cierta pureza y enseguida nos solidarizamos con el personaje. Hay que pensar que en 1961, año en el que se estrena la película, el mundo no veía con buenos ojos a una mujer con una vida desordenada pero a Audrey Hepburn se le podía perdonar todo con su aspecto angelical.
Dicen que la rubia más famosa de la historia rechazó el papel porque ya no quería hacer de mujer "ligera de cascos" y Audrey Hepburn de entrada dudaba entre si aceptar o no porque no se veía en esa piel. Afortunadamente aceptó y ahí queda ese icono maravilloso de estilo que tantas veces vemos en fotografías y objetos de decoración, la imagen de la actriz, de origen belga por cierto, con su moño italiano y su vestido de Givenchy.
El diseñador había realizado el vestuario de la película pensando en Katherin Hepburn, que no tiene nada que ver con Audrey, y cuando supo cual era la verdadera protagonista dicen que tuvo un enfado tremendo porque creía que aquella mujer era muy delgada para sus diseños. Pero hubo después de esta película una relación que duraría para siempre entre la casa de modas Givenchy y Audrey Herpburn, que era la elegancia y el estilo personificados.
Otra relación mágica que comenzó en esta película fue la de el director Blake Edward y el fantástico compositor de origen italiano Henry Mancini. Es en esta película en donde ambos trabajan juntos por primera vez y lo harían después en muchas ocasiones más. No olvidemos que Mancini compondría después la famosa banda sonora de la Pantera Rosa. Pero la canción Moon River compuesta por el músico no es menos famosa. Como dato a destacar la película obtuvo dos oscar por la banda sonora y por mejor canción. Versionada hasta la saciedad, todos los mejores cantantes de la historia de la música la han cantado, dicen que la mejor versión es la que canta Holly en la ventana, pequeña guitarra en mano, un turbante en la cabeza y ese aspecto triste bellísimo.
Holly dice que en Tiffany nada malo puede suceder, pues te invito a desayunar allí. Cuando tengamos un día rojo, ya sabes, corramos a esa gran avenida y ante ese explendido escaparate soñaremos que todo lo malo está desterrado de nuestras vidas. Soñar es gratis y nuestros sueños nos dan libertad para vivir otras vidas.

Amiga despues de leer tu post me he quedado tarareando "moon river", ya sabes, "moon river na nanana na....", jejeje
ResponderEliminarGracias por las cosas nuevas que he aprendido hoy gracias a ti.
Besos