martes, 30 de septiembre de 2014

Arenas movedizas

   El otro día leí en un artículo del País que estábamos en la "era del individuo" que cada uno de nosotros era  su propia marca, los directores de YO S.L  Por lo visto ahora hay un personaje al que se le denomina con un término anglosajón, de donde vienen todos estos inventos, personal branding, ya hemos dejado atrás al coaching, y este individuo se encarga de que te posiciones, es decir que busques tus diferencias, tus dones, lo mejor que sabes hacer con el fin de que triunfes en la vida, ya sea en un trabajo, con tus amistades o en el mundo de las emociones y sentimientos. Todas estas especialidades que buscaremos en nuestro interior deben traducirse en felicidad personal y buenos ingresos.
   Es curioso que me haya llegado esta información precisamente en un momento en que estaba con unos amigos, cerveza en mano, divagando sobre lo humano y lo divino y habíamos llegado a la conclusión de que no transitábamos precisamente en la era del individuo fantástico del que hablan los personal branding estos, sino en la "era de las arenas movedizas". 
   Ahora que tenemos a tanta gente alrededor que no tiene un trabajo digno, y si tiene algún trabajo no sabe hasta cuando le va a durar, y que vivimos en una inestabilidad constante que se respira en el aire desde hace unos años porque nuestros sistemas económicos y políticos han hecho aguas y nos indican a cada momento que hay que renovar el sistema en general, buscar otras soluciones, otras maneras de gestionar... ahora que hasta sentimentalmente nos sentimos pobres porque las familias, que antes nos hacían de pilares, han cambiado, se han transformado y tal vez no sabemos como encajar esos cambios, y el amor que parecía que iba a ser algo inalterable, el sentimiento noble que perduraría a través de los tiempos parece que tiene ahora otra consistencia, mucho más frágil porque los compromisos son efímeros, en muchas ocasiones son compromisos de hojalata, de usar y tirar, de los que si me va mal a la primera de cambio, me doy de baja y ya está... el individuo vive entre arenas movedizas.    
   Hay una imagen que se ha quedado en mi cabeza a lo largo de muchos años. Es la imagen de las películas de aventuras que ponían los sábados por la tarde en la tele.  Esa película que veías siempre, porque tal vez no había otra cosa que ver, quizá por eso los que tuvimos la ocasión de estar sentados en esos momentos delante del televisor nos acordamos tanto de esas historias. Pues yo recuerdo una expedición por la selva de aquellos valientes aventureros que iban apartando ramas gigantes, todos caminando en fila india, avanzando con cara de miedo sin saber que se iban a encontrar en el siguiente paso... y siempre aparecían  las arenas movedizas. De repente el valiente que encabezaba la expedición daba un mal paso y ¡zas! quedaba atrapado entre aquellas tierras que parecían que estaban vivas. Los demás se paraban en seco y lo intentaban ayudar pero el desgraciado hombre aquel levantaba un brazo intentando asirse a cualquier cosa y poco a poco la tierra lo engullía sin que nadie pudiera hacer nada. 
   Sé que es un pensamiento un poco negativo pero así nos sentimos muchas veces. Caminando entre el peligro, en fila india todos porque hemos elegido muchas veces unas relaciones en las que practicamos un autismo selectivo y vamos con el miedo de encontrarnos con esa gran inestabilidad que supone que el suelo se mueva, y lo que es peor, que te trague.
   Yo creo que el encontrar los dones y las cualidades que nos adornan no es suficiente para alejarnos de esta soledad que continuamente nos está amenazando en este tiempo de crisis, económica y de todo tipo. Creo que se trata  mucho más de autenticidad, de implicación, de buscar las cosas que verdaderamente nos hacen felices, las personas que nos acompañen de verdad, y una vez descubierto todo esto comprometernos sin miedo en proyectos de vida que nos vayan a enriquecer mucho más interiormente que a nuestros bolsillos, igual todo lo que digo suena a idealismo puro y duro pero creo que con lo corta que es la vida es más rentable ser feliz, que ser rico. 
   Me encantaría ser la directora de YO, S.L,  pero sólo si esta empresa estuviera muy lejos de transitar  por esas arenas movedizas que me han aterrorizado desde pequeña. 

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