sábado, 30 de noviembre de 2013

Se aprende lo que se ama.

   Ha caído en mis manos un libro maravilloso de un autor que me ha fascinado, Francisco Mora. 
Se trata de un Neurocientífico, Doctor en Medicina, Doctor en Neurociencias y Catedrático de Fisiología Humana. Y he titulado este post con "se aprende lo que se ama" porque el libro del que hablo también se titula así.
   Francisco Mora parte de la idea de que solo seremos capaces de aprender y de enseñar a través de la emoción. Como si de una bombilla se tratara la emoción debe encenderse dentro de nosotros. Ese mecanismo activará la curiosidad, la atención,  la memoria y en definitiva el aprendizaje.
   Aparece la neurociencia como una herramienta básica para los enseñantes, que  deben tener conocimientos de neuroeducación para llegar mejor a los alumnos. Pero ¿qué enmarca  la neuroeducación exactamente? Una serie de factores que influyen en las escuelas, o universidades: dormir bien, la arquitectura del colegio y del entorno, los horarios elegidos, la luz, el ruido, la temperatura... Todas esas cosas que en muchas ocasiones no se tienen en cuenta pero que son muy importantes a la hora de tener éxito en el proceso de aprender. Se trata de una nueva visión de la enseñanza basada en el cerebro. Hacer uso de los nuevos descubrimientos neurológicos para ser capaces de guiar a los alumnos de una manera efectiva, por la senda del aprendizaje. Si somos capaces de conocer y entender un poco como funciona nuestro cerebro será más fácil utilizar la estrategia adecuada y necesaria para que el alumno, se "emocione" con esos "nuevos saberes" que le vamos a presentar y por tanto no existirá un "apagón emocional", algo tan común hoy en día en muchos niños y jóvenes que presentan un comportamiento de desidia absoluta ante lo que se muestra en las escuelas.
   Tenemos que partir de la base de que el maestro tiene que conocer la magnitud de su responsabilidad será un transmisor de emoción, de la suya propia a través de su experiencia, de sus propias vivencias. Ya vemos que la emoción es algo contagioso. Es curioso que la palabra "emoción" no estaba tan relacionada con la inteligencia, pero en los últimos años vemos  la importancia que tiene manejar bien las emociones, cualquier tipo de emoción.
   Hay una idea en este libro que me parece maravillosa y es la de que todo lo que se enseña tiene la capacidad de cambiar el cerebro del que aprende en su física  y su química, su anatomía y su fisiología, conformando así circuitos neuronales que anteriormente al aprendizaje no existían. También la idea de que el cerebro es plástico a lo largo de toda la vida, es decir que puede ser modificado por el aprendizaje a cualquier edad, es una realidad muy optimista y que nos anima a todos a seguir la línea del aprendizaje permanente, nunca es tarde para aprender cosas nuevas que nos "emocionen".
   Me gusta el concepto de "ventanas plásticas" que aparece en este ensayo porque me hace imaginar todo lo que se va abriendo en nuestra cabeza y todo lo que queda por abrir, por decirlo de una manera nada científica pero sí muy entendible, me pregunto cuántas ventanas deja uno sin abrir en la vida a veces de manera voluntaria, otras por alguna imposibilidad exterior, pero estaría bien proponerse leyendo todo esto empezar a "airear" nuestro cerebro sin dejar nada cerrado ahí dentro a partir de ahora.
   Francisco Mora habla en uno de los capítulos de los neuromitos, esas ideas que circulan en el mundo de la neurociencia y que no son ciertas como la de que sólo utilizamos el diez por ciento de nuestro cerebro. Nos dice el autor que nuestro cerebro funciona completamente, pero entre más nos emocionemos, más aprendizajes alcancemos de todo tipo, más actividad neuronal tendremos, más capacidad alcanzaremos, nuestra inteligencia estará más desarrollada.
   En este blog en el que siempre abogo por la palabra, estoy en consonancia con el Doctor Mora que habla de las palabras como "el vehículo del conocimiento". A pesar de las tecnologías y todos los medios de comunicación que tenemos en la actualidad a nuestro alcance, sigue siendo la palabra la transmisora principal de la "emoción". No hay emoción en un whatssap, no nos engañemos.
  Recomiendo esta lectura a cualquier persona aunque no tenga nada que ver con el mundo de la educacíón, porque todos somos aprendices a lo largo de toda la vida. Y si es cierto eso de que "la emoción mueve el mundo" como dice nuestro autor, intentemos cada día emocionarnos un poco.
 


 


miércoles, 16 de octubre de 2013

Nuestros maestros favoritos.

Ahora que se acerca el día del enseñante dió la casualidad de que ha llegado hasta mis manos un libro que recopila las opiniones de distintas personas del mundo de la política, del espectáculo y de la literatura y el periodismo sobre algún maestro que había tenído influencia en sus vidas profesionales y también personales. Me llamó la atención el relato de Emilio Aragón que cuenta el entusiasmo de un profesor suyo que tenía una palabra clave: "apúntate". Una persona de esas que nunca ve obstáculos y que te inyecta esa idea positiva de la vida. Nos guste más o nos guste menos lo cierto es que Emilio Aragón se ha apuntado a todo. Leer este libro me ha hecho reflexionar muchísimo acerca de la profesión que desempeño. De la influencia que va a tener mi actitud y mi dedicación diaria en los alumnos que pasen por mi aula. Da un poco de vértigo pensar que de mí en parte, dependerá el amor a la lectura que pueda presentar uno de mis alumnos en el futuro y que de mí dependerá también, que esas personas que se están formando de mi mano puedan alcanzar una educación emocional más completa, algo tan necesario hoy en día o desarrolar la inteligencia social, sin olvidarme de la preparación académica en la que hay tantos contenidos y competencias que conseguir. Es cierto que para ser maestro es necesario tener una formación y una gran vocación pero no deja de ser el enseñante un profesional, una persona normal con miedos e inseguridades como todo el mundo, me refiero a que los profesores no son súper hombres o súper mujeres sino gente normal y corriente que se enfrenta cada día a situaciones nuevas en muchas ocasiones producto de los rápidos cambios a los que estamos sometidos continuamente en el mundo acelerado en que vivimos, cambios para los que los padres muchas veces no tienen respuestas y nos piden a nosotros actuaciones acertadas y efectivas. Leyendo este libro hice un repaso por todos los profesores de mi infancia y de mi vida escolar y lo cierto es que no encontré a ninguno de esos de "apúntate". Si que he encontrado a profesores que me han llenado más en otras épocas como en la época universitaria o ahora con algunos de mis colegas a los que admiro profundamente. También como creo en la formación permanente, me sigo encontrando joyas en algunas clases que recibo, como el profesor de música Eduardo García de la Escuela Municipal de Música de Las Palmas, pero lo cierto es que no encontré a ningún maestro en mi pasado escolar pero sí lo encontré en mi familia, mi tía abuela Carmen De Vega Padilla, una mujer que fundó una escuela parroquial, que eran pequeñas escuelas de barrio que dependían de las parroquias. Ayudada por su hermana Ana, Carmen compartió sus saberes con los vecinos y los preparaba para que fueran luego a examinarse al colegio público León y Castillo ubicado en La Isleta. Fueron más de dos décadas dedicada a esta labor en una época en la que Gran Canaria contaba con un 60 por ciento de analfabetos, en su mayoría mujeres. Es muy loable contribuir a que desaparezca esa oscuridad que supone el desconocimiento total de las letras. Y puede ser que muchas de las personas que pasaron por aquellas aulas improvisadas no siguieran posteriormente con su formación, pero al menos ya serían capacer de moverse por la vida con la seguridad que da el adquirir la lectura y la escritura y las "cuatro reglas". Carmen era un mujer de voz contundente, espíritu de artista porque organizaba marvillosas actuaciones de música y teatro con sus alumnos y vocación férrea. Yo no sé que tipo de maestra soy pero tengo claro el modelo de maestra en el que quiero convertirme y en eso digo lo mismo que decía el profesor favorito de Emilio Aragón: "apúntate". Pues yo me apunto al modelo de maestra que representó Carmen De Vega Padilla.

miércoles, 25 de septiembre de 2013

García Márquez y su vicio de contar

Muchos años después frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en la que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro (...) El mundo era tan reciente que muchas cosas carecían de nombre y para mencionarlas, había que señalarlas con el dedo.

   Cuando a Gabriel García Márquez le dieron el premio Nobel de literatura en 1982, los periodistas corrieron a Colombia a entrevistar a la madre del escritor. Le preguntaron a la buena mujer que de dónde había sacado el escritor colombiano ese arte de contar historias, de fabular y ella ni corta ni perezosa contestó: -mire yo creo que todo eso que mi hijo escribe, se lo han contado-. No iba mal encaminada.
 Al niño Gabriel José, Gabito, lo habían criado sus abuelos el coronel Nicolás Márquez y Tranquilina Iguarán en Aracataca. Hasta los diez años estuvo el pequeño en aquel pueblo caluroso dejado allí por sus padres, que tuvieron que ir a vivir a Barranquilla por motivos de trabajo. El niño vivió en una casa grande, que siempre estaba llena de gente del pueblo o de parientes que venían de visita. Una casa que pertenecía a una familia que había conocido en otros momentos una bonanza económica que ya había desaparecido, pero que mantenía esa dignidad que aún queda, cuando el dinero desaparece. En ese peculiar escenario escuchaba el chico mil historias de boca de su abuela y de sus tías o primas. Aquel mundo que parecía lejano, se fue introduciendo en la mente del niño y fue marcando lo que luego seduciría a los lectores de todo el mundo muchos años más tarde. Había nacido Macondo en la cabeza de Gabriel, pero él no se daría cuenta hasta mucho tiempo después.
    Nunca fue un buen estudiante. Siendo el primogénito de una familia numerosa, sus padres estaban empeñados en que hiciera una carrera. Hizo el bachiller en un internado estatal y siempre destacó por su palabra escrita. El adolescente Gabriel era un muchacho extremadamente tímido, muy dado a las juergas y amoríos la imaginación es desde ese entonces su sello. En la carrera de Derecho sólo estaría dos años, nunca se identificó con esos estudios, tan solo seguía como un autómata una senda que le habían marcado. Sin embargo cada vez tenía más claro que su camino estaba en las letras. Era un lector voraz que leía a todas horas. Sus primeros escritos fueron unos cuentos cortos que le publicaron en el periódico El Espectador, en el que más adelante conseguiría un trabajo como corresponsal. El autor se deslizaba así entre la realidad y la ficción, la realidad de la noticia y la ficción de sus imaginativos escritos. Fue a los 27 años estando en París y llegó como corresponsal, donde escribió su primera novela La Hojarasca, en la que ya aparece Macondo, ese mundo creado por él. En París era Gabriel García Márquez "un piscis desamparado" que conoció el hambre y la penuria, que vivía en una buhardilla y que escribe tal vez como único recurso para escapar de la soledad. De esa época surgen La Hojarasca y La Mala Hora cuyos manuscritos son amarrados en viejas corbatas y pasan a ocupar el fondo de una maleta, que acompaña al escritor en el viaje de vuelta. Pero en otro fondo, en el de su mente, estaba incrustada una obra que nació siendo un clásico, Cien años de Soledad.

Antonio Muñoz Molina. Premio PRÍNCIPE DE ASTURIAS.

   Antonio Muñoz Molina se pasaba las noches entre novelas. Cuando todas las luces de su casa  estaban apagadas la luz de su habitación permanecía "en vela" mientras él devoraba aquellas líneas que lo transportaban a otros lugares que ni remotamente tenían algo que ver con su mundo rural de la provincia de Jaén en el que la recolección de la aceituna era una parte fundamental. Su padre campesino de la zona estaba muy preocupado por la afición del chico. No veía normal esa pasión por los libros y en muchas ocasiones confesó esta desazón a un buen amigo. El compañero de faena le decía, no te preocupes hombre a lo mejor cuando el muchacho crezca se le pasa esa locura. Gracias a Dios nunca se le pasó el enamoramiento, al contrario con los años se vió multiplicado.
   Cuando creció y le comunicó a su familia la intención de estudiar Historia del Arte en Madrid -es como un hombre del Renacimiento ya que adora y conoce mucho de pintura y arte así como de música moderna y clasica- su padre se alarmó muchísimo más. En aquellos años ponían en televisión una serie que transcurría en una cafetería de Madrid por la que pupulaban múltiples personajes buscavidas. Uno de esos personajes era un aspirante a escritor de nombre tan original como García. Y el bueno de García que nunca llegó a escribir ningún libro sino que se dedicó a pedir cada tarde un café, cuando entraba alegremente en el bar con unos papeles debajo del brazo, se sentaba en una mesa que daba hacia los ventanales y desde allí contemplaba como pasaba la vida.
   El padre de Antonio relacionó automáticamente la marcha de su hijo a Madrid con aquel García y su vida ociosa, y con esa sorna que utilizan a veces muchos padres, ya no le llamaba Antonio , sino García.
   Y nuestro García se hizo adulto y muy pronto salió el escritor que siempre llevó dentro y que a mí me maravilla. Autor de muchos libros fantásticos llenos de una prosa sensible, profunda y  de delicadas descripiciones que nos presenta a los personajes desde sus emociones para que podamos conocerlos tan a fondo como los conoce él mismo que los ha creado, ha conseguido la notoriedad como escritor siendo un literato joven, si tenemos en cuenta que muchos premios se suelen dar a escritores que transitan por la tercera edad.
   Antonio Muñoz Molina ha sido también director del Instituto Cervantes de Nueva York y da clases de literatura en una Universidad de la misma ciudad. Y recientemente le dieron un premio en Israel  por su estupenda obra Sefarad basada en historias de judíos.


lunes, 9 de septiembre de 2013

Citas Citables

   Cuando era una adolescente  cayó en mis manos una revista muy curiosa que se llamaba Selecciones (Reader Digest). Se trataba de una publicación americana que hacía al menos 40 años que salía cada mes a los kioskos y que portaba en su interior muchos artículos interesantes en un mundo en el que Internet era algo impensable que pertenecía a las películas de ciencia ficción.
   El formato de la revista era muy particular pues era  como una pequeña libretita en la que podías encontrar desde artículos en los que se hablaba de las últimas investigaciones científicas, hasta testimonios humanos de personas solidarias que tenían un gran valor en la vida al afrontar situaciones difíciles.

   A mis quince años me enganché rápidamente al Selecciones porque siempre he sido la fanática  de las revistas,  curiosamente le debo mi nombre a una de ellas ya que mi madre me puso Beatriz porque había una reina en Holanda  con ese nhombre y salía en la revista Hola cada  semana y además porque la pequeña revistilla americana tenía una sección muy especial que a mí me fascinaba que se llamaba Citas Citables, esas frases maravillosas que alguien famoso dijo en alguna ocasión.
   Y a partir de aquel momento empecé a copiar en una libreta esos pensamientos que hoy podemos encontrar hasta en los sobres de azúcar,  pero que a mí en aquellos instantes con mi corta edad y mis pocas vivencias mundanas me parecían lecciones de sabiduría en unas pocas líneas.
   Conservo la libreta ahora con las hojas amarillas y tengo millones de esas frases recopiladas. Han pasado los años pero no ha pasado mi gusto por esas palabras que encierran tanto saber de la vida. Recorro las páginas de mi viejo cuaderno y destacan algunas líneas:

     También los hombres somos instrumentos musicales, vibramos según quien nos toque.

   Esta siempre me encantó y siempre me acuerdo de ella cuando pienso en el amor y en lo maravilloso que es sentir esa vibración de estar enamorado de esa "persona concreta". 

     Para mí la verdad es lo que no puedo dejar de pensar.

   Totalmente de acuerdo, ese pensamiento que no se puede desterrar de la mente.

     Las palabras son vehículos que pueden transportarnos desde las opacas arenas  hasta las deslumbrantes estrellas.

   A los que nos fascinan las letras y la literatura esta frase nos parece una gran verdad y la creemos además a pies juntillas.


      Al hombre que amo lo quiero libre... incluso de mí.


    Sin comentario...

       Cuando un elefante está en problemas, hasta una rana lo patea.

    Este proverbio nos ayudará a ser más indulgentes con nosotros mismos en momentos difíciles, que nunca está de más perdonarnos la vida.

      De nuestros padres aprendemos a amar, a reir, a poner un pie detrás de otro pero al abrir un libro descubrimos que tenemos alas.

   Maravillosa realidad y ¡qué suerte poder vivir otras vidas a través de la lectura!

   Pero de todas esas frases yo siempre tuve una favorita, la llegué a copiar en la puerta de mi ropero para poder verla cada día. Hoy pienso en ella y creo que es un pensamiento muy fuerte pero que representa la tenacidad que a mí me encantaría tener en la vida. Se trata de una oración que dice:

    ¡Señor, concédenos el empeño de la mala hierba!

   Siempre se puede volver a empezar, siempre puede tener uno un motivo para luchar y reinventarse de nuevo.

   Y este verano encontré otro pensamiento impactante y que me apliqué inmediatamente. Se trata de otra idea que está acorde con mis circunstancias actuales y con la filosofía que quiero llevar a la práctica en esta vida mía. Ahí va la frasecita:

    Si quieres una vida, ¡róbala!

   Sé que es muy dura pero me gusta pensar que uno le arrebata al destino a  las circunstancias o a lo que quiera  que sea esos momentos que son  nuestros  por derecho, instantes que van a estar llenos de vida y que van a tener  nuestro sello. Porque uno intenta vivir el momento con toda la intensidad que se concentra en ese instante sin pensar en lo que viene en el minuto siguiente, sin medir si quiera las consecuencias que nos acarrearía el lanzarnos a la piscina libremente haciendo uso de la libertad con la que fuimos obsequiados al nacer, libres para amar, libres para pensar, libres para vivir.
  Y tenemos que procurar unirnos a personas que estén a la altura de semejante manera extraordinariamente de beberse la vida.
   Tal vez se necesita estar tocado por la mano de los dioses para ser capaces de disfrutar de la vida con los cinco sentidos, a tumba abierta, sin miedo a sufrir, sin miedo a la muerte.
   De mi paseo actual por las Citas Citables saco en conclusión que bienvenidos sean todos esos pensamientos si leyéndolos una vez más, me aportan el reflexionar y  además me sirven de candiles en la vida.
 




   

   


  
   

   

jueves, 25 de julio de 2013

Un sentimiento lleno de poesía.

   Un buen día estaba haciendo limpieza entre mis libros, una tarea ardua que me llevaba mucho tiempo debido a mi afán por coleccionar esos objetos maravillosos, que son como ventanas del mundo y de la vida, y en la parte en la que tenía mis ejemplares de poesía colocados todos juntos, me llamó la atención uno de Pedro Salinas, un poeta de principios del siglo pasado que siempre me gustó por la claridad de su poesía.
   Decidí abrir el libro y me llevé una sorpresa tremenda porque en la primera página yo había escrito hacía muchos años las iniciales de una persona amada. Pude leer:
           Para S.M.M.  pag. 96
    Hacía mucho tiempo que no nos habíamos vuelto a encontrar  y yo le hacía muy lejano en la distancia y en el tiempo pero me fui a la página marcada y recorrí las líneas del poema:

   ¡Cómo me dejas que te piense!
   Pensar en ti no lo hago solo, yo,
   pensar e ti es tenerte.
   Como el desnudo cuerpo ante los besos,
   todo ante mí, entregado.
   Siento como te das a mi memoria,
   como te rindes al pensar ardiente,
   tu gran consentimiento en la distancia,
   y más que consentir, que  entregarte
   me ayudas, vienes hasta mí, me
   enseñas, me haces señas
   con las delicias, vivas, del pasado, invitándome.

   Me dices desde alla
   que hagamos lo que quiero
   -unirnos- al pensarte.

   Y entramos por el beso que me abres
   y   pienso en ti 
   y te tengo, porque dejas que te piense.

   Estoy segura de que cualquiera de las noches que pasábamos juntos en las Canteras llegué a casa, leí el poema y apunté tu nombre y la página en la primera hoja del libro.
Probablemente así me sentía aquella noche acostada en mi cama, pensando en ti, recordando lo que había pasado  e imaginando  lo que no había pasado todavía...
   Abrir aquel libro te devolvió a mí de nuevo cuando ya, desde hacía mucho tiempo no vivías en mi cabeza.
   Y pensé en cuanto te había querido, de que forma maravillosa te soñaba cualdo volvía a mi casa después de haber estado contigo.
   Y ese día, con un plumero en la mano y el libro de hojas amarillentas en otra, me senté nostálgica echando de menos no a ti, sino aquel sentimiento que tú  me habías provocado que era además un sentimiento lleno de poesía.

viernes, 28 de junio de 2013

Imágenes de un curso.

Comienzo de curso: ¡Bienvenidos al cole! ¡hola profe! Abrimos el libro por la página 1. Profe que dice Carlitos que fue a la playa. ¡Silencio por favor! Busquen la página 5. Profe, Carlitos me pegó. Yo no fui profe, es mentira.
No se peleen, todos somos amigos. Y ¿qué hay que hacer en la página 5? ¿Ustedes no escuchan lo que yo les digo? ¡Aquí hay muchos sordos!
¡Feliz Navidad profe! ¡Felices fiestas chicos!
Abran el libro por la página 10. Yo no entiendo lo que hay que hacer profe. ¿En qué planeta estabas cuando yo estaba explicando? Yo aquí profe.
SI-LEN-CIO.
Página 15. No la encuentro profe. Pero ¿cómo te vas a enterar de algo si no se callan? y...¿qué había que hacer aquí profe?
Los de aquel rincón ¿a qué hora empezó esa fiesta? Cuenten el chiste y nos reímos todos. Es que Carlitos dijo ¡hola! y nos hizo gracia.
Página 20, no lo digo más lo he repetido cuatro veces. Pero profe ¿aquí hay que copiar? Hay que pensar para eso también usamos la cabeza, no sólo para llevar el pelo, pero por favor ¿quién está haciendo ese ruido y con quéeee? Es carlitos profe, con la boca profe ¿en este problema hay que multiplicar o hay que dividir? Te lo explico una vez más y los de aquel rincón ¿ya terminaron? no ya veo, es que no han empezado... pues si no terminan, no hay recreo. Ya terminamos profe. Lo ven, si cuando ustedes quieren...
Vamos a la última página... Aquí se multiplica ¿verdad profe? Si carlitos se multiplica muy bien, los de ese rincón que están tan animados, les aseguro que ¡los voy a echar mucho de menos estas vacaciones! (se les ilumina la cara y con una sonrisa en los labios me contestan) NOSOTROS TAMBIÉN A TI, PROFE.
¡FELIZ VERANO CHICOS! HASTA EL PRÓXIMO CURSO PROFE.







miércoles, 12 de junio de 2013

La sala X

   Cuando era niña estudie en un colegio de monjas. Un colegio que tenía algo bastante particular: su ubicación.
Ese centro de "piadosas" y "castas" monjitas estaba situado en la zona más bulliciosa y pecaminosa de la isla, el Parque de Santa Catalina.
   Corrían los años 70 y Gran Canaria empezaba con el boom turístico, que no sólo tuvo lugar en el sur sino que también se produjo en la capital, concretamente en la zona de la que estoy hablando y  en toda la parte cercana a a la fantástica playa de Las Canteras. Así que mis primeros años escolares fueron bastante divertidos ya que el lugar era de lo más variopinto y curioso.
Las primeras discotecas se encontraban a la vuelta de la esquina, como una sala que tenía un letrero de colores que decía Fantasy y la famosa Cacatúa. Nos rodeaban edificios de apartamentos llenos de extranjeros , principalmente nórdicos. También son de esa época las maravillosa cafeterías que todavía sobreviven, la Casa Suecia y La Tetera, que en aquellos años me llamaban mucho la atención y ahora me siguen gustando. Y Ricardo el bar de perritos calientes y hamburguesas nació también en ese entonces, que era muy internacional tener bares de comida rápida.
   Así que mientras las beatas monjas nos obligaban a abrocharnos el último botón de la camisa y subirnos aquellos horrorosos calcetines marrones hasta la rodilla, por la puerta de la escuela paseaban las suecas en short y camiseta y los relaciones públicas repartían tarjetas para hacer propaganda a las salas de fiesta de la zona. En alguna ocasión alguna pareja de extranjeros se llegó a acercar a mi soltándome un flamante billetito marrón de 100 pesetas. Eran otros tiempos y los niños estábamos muy poco vigilados. Nunca olvidaré el enfado de mi madre cuando le enseñé mi preciado tesoro y me dijo muy indignada si aquella gente se creía
que no teníamos para comer y nos daban limosnas,  tal vez tenía razón mi madre pero mi alegría de niña , por haber conseguido un tesoro de los vikingos se esfumó como el humo.
   Pero de todos los lugares extraños que encontrabas por la zona había uno que a mi  me despertaba mucho más la curiosidad, se trataba de una Sala X.
   Tardé muchos años en comprender que era aquello de X ya que cuando empecé el colegio era una niña pequeña de preescolar, pero acabé la E.G.B. a principios de los años 80 y en ese tiempo pude entender perfectamente lo que se cocía en ese lugar.
   Ahora me pregunto el porqué de ese nombre, tal vez será como los Rayos X que los llamaron así porque no encontraron otra manera mejor para nombrarlos y se quedaron con esa consonante. Puede ser que con esto sucediera igual, de la misma forma que hay "salas recreativas" o "salas de espera" pues "salas X" y andando, todo el mundo entendía, no hubiera sido muy acertado llamarlas "salas de urgencias".
   El caso es que estábamos en un país que empezaba a abrir su mente a lo bueno, a lo malo y a todo en general y recibiendo nosotros a tanta gente de fuera, algunos empresarios montaron este tipo de locales.
   Yo pasaba cada día delante de aquel lugar en la guagua y mis ojos se iban sin yo quererlo a la puerta, que era grande y pesada. De vez en cuando veía salir de allí a un coreano despistado, que salía de nuestro glorioso muelle, con las flotas de Korea y había llegado hasta allí guiado por el instinto. También llegué a ver salir de la misma puerta negra y acolchada a uno que tenía pinta de ser de ciudad alta y que hacía movimientos con el cuello para mirar hacía los lados y percatarse de que nadie lo pillaba al salir. Tal vez estaba trabajando por la zona y pensó en hacer una"argolla" en aquel peculiar lugar. Y es que la pornografía es como Avon llama a todas las puertas.
   Siempre intenté imaginar como sería aquello por dentro, oscuro y con una alfombra roja, no tenía dudas pero lo que no me pude imaginar es que muchísimos años después atravesaria la misma puerta que yo con mis ojos de niña veía como la puerta del infierno.
   Sucedió hace tres semanas. Un tio mío que es muy divertido y que ha estado en todos los altares del mundo de la noche, sabiendo que me gusta cantar me emplazó en un Karaoke, "para que no me perdiera la noche de los boleros". Decidí pasarme por allí con una amiga y cual fue mi sorpresa al ver que el karaoke estaba ubicado en el mismo local en el que tantos años había estado la sala X.
   Tengo que reconocer que bajar por aquellas escaleras me costó bastante y que mientras bajaba iba deseando de todo corazón que al menos hubieran cambiado la moqueta. El lugar me pareció "el bar de la guerra de las Galaxias", cambió de actividad el espacio pero deben tener unas energías extrañas aquellas paredes para atraer gente rara.
  Cuando la  velada acabó por fin  supe mientras salía que aquella era mi primera y última visita.
   Al  llegar a mi casa me puse a pensar si en ese local una vez que queda vacío y las luces están apagadas, se podrán escuchar los gemidos que han quedado atrapados entre las paredes, al fin y al cabo tantos años de orgasmos solitarios deben quedar en algún lugar.

viernes, 31 de mayo de 2013

Microcuento IV. Historia de la luna B

La luna B decidió merodear y dar una vuelta alrededor del planeta J. Mientras iba girando marcando un insólito zig-zag, ya que no es un satélite que entienda de perfectas elípticas, se fue dando cuenta de que nadie en el planeta J se había percatado de su trayectoria y pensemos, qué es una luna sin alguien que la admire y diga eso de ¿ viste el pedazo de luna que salió hoy ?
Así que la luna B apagó la luz, recogió los bártulos, se hizo luna nueva y creyó que había que buscar otro planeta a quien merodear. Pero antes se apuntó en una academia para aprender a girar en elíptica y hacerse de esta manera una luna más común, que los inéditos "zigzales" no parecen tener mucho éxito en este complicado espacio sideral.

lunes, 29 de abril de 2013

Curiosidades y opiniones sobre El Mago de OZ.

   Se dijo que Lyman Frank Baum un padre de familia nacido en Nueva York había escrito su cuento El mago de Oz en 1899 con connotaciones político-sociales. Esta teoría  tal vez provenga de que se trata de de una historia diferente y difícil de encasillar y además de que algunos elementos que aparecen en el cuento, como son el camino de las baldosas amarillas, identificados con el oro y por lo tanto con la riqueza, y los zapatos de plata que le son dados a la protagonista Dorothy Gale por el hada - en la película de rubí rojos- así como el pueblo donde todo comienza, situado en el Estado agrícola de Kansas, hicieron pensar que la chica seguía "el sendero hacia una economía mejor y a un mundo más rico del que provenía".

   Pero lo que sí consiguió el autor, que por cierto no era escritor y este fue su primer cuento, es que todos los que  hemos disfrutado de esta maravillosa historia en alguna ocasión, nos  hemos sentido identificados con alguno o con varios de los cuatro personajes principales: el león que representaba la falta de valor, el espantapájaros que va en busca de un cerebro, el hombre de hojalata que no posee un corazón y Dorothy que al principio anhela la felicidad pero cuando sale de su casa se da cuenta de que ya era feliz y no lo sabía.

   El mago de Oz es un cuento totalmente atemporal y que no le es indiferente a nadie. Es más yo diría que en estos tiempos que corren tiene aún mayor vigencia. El valor, los sentimientos, la "buena cabeza" y la búsqueda y creación de un hogar donde sentirnos seguros son nuestras principales inquietudes, lo fueron el siglo pasado y lo siguen siendo mucho más en este, sobre todo en esta época tan complicada en la que estamos inmersos.
   El ser humano que es el animal más indefenso y frágil de todo los animales que pueblan el planeta Tierra, no solo necesita de muchos recursos psicológicos para poder sobrevivir óptimamente, además necesita de sueños que alcanzar -e incluso inalcanzables- que muchas veces son el motor que hace que continue la marcha.
   Además de identificar a los personajes con nosotros mismos, también somos capaces de ver reflejados en la historia a gente que tenemos a nuestro alrededor, como la persona que huye de las situaciones adversas y es incapaz de enfrentarse a los problemas porque no tiene el coraje suficiente, el que se insensibiliza  permanentemente por voluntad propia para no sufrir nunca más o el que vive de forma loca e irreflexiva para no tener que pensar en nada. También está el que anda buscando una quimera sin mirar lo que tiene cercano.
   En 1939 se hizo una fantástica película que es hoy una obra de culto y que casi 75 años después sigue gustando a personas de cualquier edad. Los niños quedan embaucados por la trama -doy fe de ello- y si mañana decides verla no te va a defraudar.
   Cuando descubrimos como se hizo este film nos damos cuenta de que en ocasiones una sucesion de casualidades unidas al trabajo bien hecho claro está, hacen que una obra se convierta en algo muy especial, en una obra maestra. Para mencionar algunas curiosidades de la película diré que participaron en ella cuatro directores entre ellos King Vidor -que hace también de actor- y Víctor Fleming, el mismo de Lo que el viento se llevó.
   Fue rodada en blanco y negro y en lo que antes se llamaba Tecnicolor, para diferenciar el mundo real y rural de Kansas, del mundo fantástico en donde habitaba el Mago de Oz, un efecto innovador para la época y un recurso que se sigue usando hoy en día y nos sigue sorprendiendo.
   Otro dato curioso es que la canción Somewhere over the rainbow que canta al principio de la película una joven Judy Garlan de dieciséis años, estuvo a punto de ser eliminada porque se consideraba muy lenta para un musical. Ese año ganó el Oscar a la mejor canción -la película también se llevó el Oscar a la mejor banda sonora- y ya sabemos que desde 1939 hasta hoy es la canción más cantada en EEUU.
   Por otra parte una amiga me contó que el actor que interpretaba al hombre de hojalata murió a consecuencia de la pintura tóxica, que se utilizó para caracterizarlo, y es que en esta película se puso un interés desmesurado ya que se trataba del primer cuento en el que aparecían personajes y lugares propios de Estados Unidos. Antes de que se publicara esta historia en 1900, los cuentos que se contaban en este país eran europeos.

   Una de las tantas moralejas que posee esta fábula proviene del "particular" mago de Oz. Se trata de un falso mago al cual todos van a buscar para pedirle un deseo y conseguir sus anhelos y él es un hombre normal que utilizando algunas estratagemas, como una gran careta y un artilugio que amplifica la voz, se hace pasar por un Gurú que en realidad lo único que hace es usar el sentido común.
   La enseñanza consiste en que las soluciones están dentro de nosotros. El mago le dice a Dorothy, que deseaba volver a su casa, que ella siempre supo volver. No se trata de un acto de magia sino de buscar en nuestro interior la fuerza que necesitamos para conseguir lo que anhelamos.

   Pues usemos el sentido común del Mago de Oz. No seamos el león sin valor, rebusquemos en nuestro interior y quitemos las telas de arañas a esos sentimientos escondidos y sobre todo busquemos la felicidad bajo nuestros pies.
   Para no ser menos yo también me identifico mucho con esta historia y me he dado cuenta de que tengo una predilección extraña por los zapatos rojos. Debe ser que cada vez que me pongo unos me siento como una Dorothy que va en busca del lejano Arco Iris, donde dicen los soñadores y los locos que se encuentra la felicidad y es que no lo puedo remediar me gusta lo inalcanzable, ya lo dice la canción, SOMEWHERE OVER THE RAINBOW...

    

miércoles, 24 de abril de 2013

¡ Y por fín llegó Abril !

   Siempre me ha llamado la atención los ríos de tinta que han corrido en torno al cuarto mes del año.
Poetas, músicos y locos han cantado a este mes que parece que es único, mágico, que está cargado de lunas plenas, luminosas,  lleno de noches en las que se respira otro aroma diferente al que nos envuelve el resto del año.
   Tardes de Abril, noches de Abril, lunas de Abril... cuántas historias comenzaron de esta manera ubícándonos en ese tiempo que parece que está envuelto por una atmósfera que sólo existe ese mes.
   Se ha querido relacionar el nombre de Abril con el verbo Abrir, tal vez porque en ese tiempo se "abre" la primavera. Siempre ha sido considerado como un mes "revoltoso", cambiante. Un tiempo en el que se mezclan los días de invierno con los nuevos días soleados.
   Sube la temperatura, florecen los campos, vuelan los insectos, algunas aves retornan de su exilio invernal pero sobre todo la subida térmica desencadena un ritmo ascendente de la savia y de la sangre. El sabio refranero popular se hace eco de esta reverberación de la naturaleza: en abril cortas un cardo y te crecen mil.
   Pero ya dije que los poetas se han encargado de exaltar este momento del año en el que parece que renacemos, o al menos deberíamos renacer.
   Antonio Machado lo tenía muy presente en muchos de sus poemas al ser un hombre que amaba el campo y en su poesía encontramos estos versos:
      Abril florecía
      frente a mi ventana
      entre los jazmines
      y las rosas blancas.
   En otro de sus poemas nos imaginamos ese día lluvioso y melancólico:
      Son de abril las agual mil.
      Sopla el viento achubascado
      y entre nublado y nublado
      hay trozos de cielo añil.
   Parece que este mes es un personaje más en la poesía del poeta andaluz:
      Era una mañana y abril sonreía
      frente al horizonte dorado moría
      la luna, muy blanca y opaca.
   Pero no fue el único Antonio Machado el que se enamoró del mes de Abril. Otro andaluz Federico García Lorca vuelve a personificar este mes en su poesía :
      ¡ Abril divino, que vienes
      cargado de sol y esencias
      llena con nidos de oro
      las floridas calaveras!
   Y de los poetas andaluces a la poesía chilena con su máximo exponente Pablo Neruda. También se dejó hechizar por el mes de Abril pero no para reflejar el explendor de la vida, sino para expresar que cuando el amor se pierde siempre es peor que suceda en Abril. Con estos hermosos versos el poeta le dice a la amada:
      Yo estaré tan lejano que tus manos de cera
      ararán el recuerdo de mis ruinas desnudas.
      Comprenderás que puede nevar en Primavera
      y que en Abril las nieves son más crudas.
   En este poema precisamente  de Pablo Neruda se inspiró Joan Manuel Serrat al componer una de sus canciones más optimistas y poéticas:
      Especialmente en Abril
      se echa a la calle la vida,
     y al corazón, como al sol,
      se le alegra la mirada.
      Especialmente en Abril
      la razón se indisciplina
      y como una serpentina
      se enmaraña por ahí.
   Tampoco este mes le fue indiferente al compositor de coplas granadino Carlos Cano, esta canción con una música que mezcla el fado portugués y la copla andaluza siempre me ha fascinado, ahí va un trocito de la letra, es otro canto a la vida y al mes más loado del calendario:
      Abril para vivir, abril para cantar
      Abril flor de la vida al corazón.
      Abril para sentir abril para soñar,
     Abril la primavera amaneció
      la luna fue en abril, en Abril fue el amor
      que un día entre rosas despertó.
      Abril para vivir, Abril para soñar
      Abril para encontrar un nuevo amor.
   Y termino este recorrido poético con un poeta urbano que escribe su poesía en forma de canción y que identificó a este cuarto mes con la mismísima felicidad. ¿Quién no conoce esta letra archiconocida?
      ¿Quién me ha robado el mes de Abril?
      ¡Cómo pudo sucederme a mí! pero,
      ¿Quién me ha robado el mes de Abril?
      lo guardaba en el cajón, donde guardo el corazón.
  
   Pues mundo nos queda tan sólo una semana para que Abril "expire" y que no vuelva más hasta el año que viene. Así que salgamos a la calle, respiremos hondo, agudicemos todos los sentidos para percibir esa sensación, para impregnarnos de esa algarabía de la que hablan Machado, Lorca y Serrat.
Tengamos bien abiertos "los móviles" para recibir todos esos whatssaps de las personas que como nosotros, han entrado en "el trance de Abril", que la vida se vive una vez y que si tanta gente ha cantado a esta época, debe ser que algo nos rodea y hay que disfrutarlo.
   Abril aunque yo no sea  poeta, muéstrame a mí también tu cara complaciente.









jueves, 21 de marzo de 2013

Relaciones@.com

   Un día una amiga se me plantó delante y con ojos de drama me dijo: me ha bloqueado.
   Tengo que admitir que me costó un poco ubicar la afirmación porque en principio pensé en un bloqueo sentimental, tal vez ella y su pareja no hablaban lo suficiente, también podría ser un bloqueo sexual, intenté imaginar, las cosas entre dos son muy complicadas. Pero mi amiga tuvo que haber adivinado todas mis elucubraciones y añadió la palabra mágica,-del whatssap, me ha bloqueado en el whatssap-.
   Pues si que era peliaguda la cosa porque ¿qué puedes hacer en ese caso? Comunicación cortada, borrada del ciberespacio si no borrada, "acallada". Me recordó ese estado a una película de Superman en la que los malos fueron incrustados en un cristal y vagaban errantes por el universo, metidos en un grito. Esto era algo parecido, un bloqueo comunicativo no puedes decir ni ¡ay!  ni  ¡Yo no fui! Y lo peor de todo no puedes ver a qué hora se conecta o desde cuándo no se conecta, porque la bendita aplicación nos ha convertido a todos  en espías sin quererlo. Es curioso como alguien ve que te has conectado por última vez a las cinco de la mañana, a uno que le gusta trasnochar, y a las ocho te manda un mensaje diciendo ¿qué hacías despierto a esa hora? Y yo pregunto, si sabes que me acosté tarde porque te lo dijo el chivato,¿a qué me despiertas con un whatssap mañanero?
Por otra parte están los whatssap de grupo, esos chats imposibles que son una nueva manera de comunicarse y expresar "tonterías escritas". Y no porque las personas que los utilicen sean tontas, sino porque no te vas a poner a escribir grandes pensamientos con ese mini teclado incómodo, en el que solo te dan ganas de poner abreviaturas o expresiones como ¡ah!
   Pero es muy frecuente estar esperando un whatssap de alguien que tal vez te interesa más de lo normal, mirar el móvil, ver ese circuito verde en la parte superior izquierda del aparato, abrir la aplicación y ¡zas!, el grupo que se denomina "los mudos en bicicleta" tiene 80 mensajes que tú ni has leído, ni piensas leer porque las últimas intervenciones son algo así como:
-yo te lo dije.
-Jajjjajaja.
-Ya me parecía a mí.
-Jajjjajaja.
   Ante esta conversación tan inteligente ni te planteas ir hacía atrás, a leerte los setenta y pico mensajes anteriores y te sientes reconfortado de no entrar en semejante comunicación. Te vas a dormir tranquilamente y a la una de la madrugada te suena el whatssap. Lo abres pensando en algo importante y te aparece la risa enlatada de uno de "los mudos" que acaba de llegar a su casa y sí, se acaba de leer los 80 mensajes y le han hecho gracia.
   Además de la situación de mi amiga, también hay otra similar que es que alguien te borre del facebook, que deje definitivamente de ver tus fotos desde el año 2009 en que abriste la cuenta para no poderla cerrar jamás en la vida, porque es muy difícil desaparecer de una cuenta de esa red social. Que por cierto para los que lo necesiten, hay una empresa que se llama teborro.com un dato muy significativo y que nos hace comprender como se está poniendo de complicado  desaparecer totalmente de internet.
  Pero si alguien te ha desterrado de su vida y ya no formas parte de sus contactos del whatssap ni de sus amigos del facebook, pues tal vez sea hora de volver a la prehistoria y probar a tener relaciones antiguas en las que la gente hablaba cara a cara, y no a través de emoticonos y pictogramas, en las que dábamos palmaditas en la espalda, apretones de manos, picábamos un ojo, mirábamos con picardía y deseo o hasta con desprecio. El mundo en que nos visitábamos para compartir café y conversación, teníamos vidas individuales no conectadas a máquina alguna. Y si nos sucedían cosas no le sacábamos fotos al suceso para mandárselas corriendo a alguien, sino que teníamos que esperar a llegar a casa y ante la cena, contábamos lo acontecido en el día.
   Y tal vez sea yo la persona menos indicada para hablar de esto ya que soy una consumidora de todas las redes y aplicaciones existentes, pero si es en cuestión de relaciones personales, prefiero mil veces lo real a lo virtual.
   En la copla andaluza  que me apasiona "Las cinco farolas" del maestro Juan Solano, la amante hablaba de la vereda que su amor tomaba para visitarla y decía:
"Entre su casa y mi casa la vereda madre, no cría hierba".
Cuando su amor la abandona llora desconsolada:
"La veredita madre, está cuajada de hierba, cuaja de hierba". El amor ya no la visita, ya no la escucha ni la quiere.
   Esto es lo mismo que me dijo mi amiga con lágrimas en los ojos pero con el lenguaje de este siglo XXI -Me ha bloqueado en el Whatssap-.
   Si el maestro Juan Solano levantara la cabeza y oyera esta conversación no sabría de lo que estamos hablando, aunque curiosamente sea de lo mismo que él escribió en su fantástica copla.

domingo, 3 de marzo de 2013

Microcuentos III. La Mudanza.

Hubo una época en la que mi sueño más feliz era mudarme. Mi paraíso onírico consistía en ver una pila de cajas embaladas y un montón de hombres fuertes vestidos de riguroso azul, cargándolas y llevándolas a un gran camión que me llevaba a "Villa Libertad". Y el momento había llegado. Allí me encontraba yo en medio de aquel salón ya vacío, de paredes desconchadas y desnudas buscando en ellas como una arqueóloga los restos de mi pasado. La imagen desoladora que había adquirido la casa al quedarse vacía y el sonido de mis pasos que resonaban en todo aquel triste espacio me causaron pena. Me acordé entonces de un día en que paseando por una calle leí en la pared de una antigua casa una frase que alguien había escrito con un spray de tinta: "en esta casa se ha amado mucho". ¿Qué pondría yo en estas paredes para que alguien supiera cómo se ha vivido aquí? Tal vez escribiría: "esta casa ha sido mi hogar y mi prisión". Es el único espacio que ha sido mío y sin embargo es el único cautiverio que he conocido en mi vida. Pero no iba a escribir nada en las paredes, en aquel lugar todo estaba dicho y vivido. Con todos estos pensamientos en la mente me fui acercando a la puerta en la que me detuve para echar el último vistazo, la última mirada intentando no convertirme en estatua de sal. Entre lágrimas y suspiros logré cerrar la puerta por fin. Nunca he sabido si aquel llanto era de pena o de felicidad. Siendo animales de costumbres como somos a veces estamos aferrados a los cautiverios en los que vamos cayendo en la vida sin darnos cuenta. Aceleré el paso después de cerrar aquella puerta para siempre y entonces mi percaté de que me sentía más ligera, notaba como si me hubieran salido alas en los talones como Aquiles, aquel héroe que estaba tocado por la mano de los dioses. Yo también empezaba a notar que mi suerte había cambiado, los dioses por fin estaban de mi parte y me sentí bendecida por ellos.

miércoles, 13 de febrero de 2013

De pequeña quería ser mayor.

   En una excursión que hice el otro día con mis alumnos desde Maspalomas a Telde le dije a una pequeña alumna, con la intención de que permaneciera sentada  tranquila todo el trayecto, que mirara por la ventana atentamente que a mí me habían dicho que muchos osos pululaban a sus anchas por la zona. Así que si ella se quedaba quietecita en el sillón de la guagua, no tardaría en ver a alguno de aquellos animales. También le dije a la niña que si veía a uno de aquellos peludos ositos, que no dudara en avisarme, que yo también quería disfrutar de ese momento especial.
   Me senté convencida de que la niña ya no intentaría moverse del asiento y que se quedaría mirando el seco paisaje de nuestro trayecto, que era  lo que yo también pretendía, pero mi sorpresa y la gracia que me produjeron sus palabras diez minutos después fueron enormes cuando con su dulce vocecita me avisó con gran entusiasmo: Bea un oso.
   Hasta que llegamos a Telde aparecieron diez osos que por los visto, paseaban a sus anchas por Juan Grande, el Polígono de Arinaga y El Goro. Diez osos que yo con mis ojos de adulta no pude ver desgraciadamente, aunque la imaginación de la niña los iba vislumbrando uno a uno y además fue contagiando a sus compañeros que se pusieron a mirar con más detenimiento por los ventanales del autobús y empezaron a avisarme de la aparición de otros animales que extrañamente paseaban también por el hábitat sureño. Me avisaron de la existencia de lagartos, algún caballo y creo recordar que alguien fue capaz de ver un pulpo, que no sé si fue visto vivo o muerto. 
   Y reflexionando sobre ese maravilloso momento que viví con los niños me acordé de que yo cuando era pequeña quería ser mayor. Tenía mucha prisa por dejar atrás el mundo de los niños, quería ponerme zapatos de mayor y recorrer con ellos todo el camino que me fuera posible. 
   Trabajar como hacían los adultos y tener mi dinero y no la paga semanal. Conducir un coche que me llevara muy lejos, como hacía mi padre que cogía el volante con una mano y apoyaba el codo en la ventanilla transmitiendo la seguridad de que para él, conducir estaba "chupado".
   Darle un beso a alguien que me pareciera muy guapo, muy listo y muy simpático y cerrar los ojos en ese momento y ver cientos de estrellitas, como veía yo que les pasaba a los protagonistas de alguna película romántica que me habían dejado ver. Si, el mundo de los adultos para mis ojos de niña era lo mejor que me podía ocurrir y no veía el momento de llegar a ese punto que adelanté todo lo que puede cuando  llegué a la adolescencia y utilicé esa etapa como un trampolín para saltar a la vida real, sin mirar atrás.
   Y ahora desde esta posición de mayor veo que algunas veces los caminos, aquellos que yo quería recorrer, en ocasiones tienen límites, que mi coche conducido a la manera de mi padre, ¡por supuesto! no puede llevarme tan lejos como yo quisiera,  que el dinero que me dan por mi trabajo, que adoro, no es el tesoro que yo pensaba cuando era niña.
   También me he percatado aunque nunca renuncio a ellos, que los besos que vienen "con estrellitas" tienen efectos secundarios y a veces después de experimentarlos producen un extraño dolor entre el pecho y el estómago, algo que nunca nadie me contó ni que salió en película alguna.
   Pero afortunadamente la vida siempre da oportunidades de volver atrás o al menos me la da a mí cada día cuando voy a mi trabajo y  los niños me dan la lección del otro día y  me enseñan que nunca hay que perder la imaginación y dejar de soñar. Ver la vida a través de otros cristales que no sean sólo los de la realidad  pura y dura.
   Puede ser que si uno es capaz de seguir soñando cuando ya hace tiempo que has dejado de ser un niño, todo lo que sueñes se te puede convertir en realidad aunque sea algo tan inverosímil como la existencia de osos en el sur de Gran Canaria.

¿Cuál es tu diminutivo?

Una de las cosas por las que nos caracterizamos los seres humanos es porque cuando vivimos en pareja solemos ponerle al objeto de nuestros deseos un gracioso diminutivo, que es personal e intransferible como las tarjetas de crédito. Ese nombre cortito, ridículo la mayoría de las veces y que sin saber porqué cuando comenzamos una relación con alguien nos llena de "orgullo y satisfacción", es como un sello semántico que nos coloca nuestro amor o que ponemos nosotros y que nos va a acompañar a lo largo de toda nuestra andadura amorosa. Yo creo que hay tantos diminutivos cariñosos como tipo de personas existen. Y si no hagamos un pequeño análisis del asunto. Están los clásicos que se adoptan así, sin pensarlo mucho y que los suelen decir personas comedidas y hasta yo diría con poca imaginación son el CARIÑO o CARI, AMOR, CORAZÓN, etc. De este tipo hay una variante que siempre me ha llamado la atención y que no sé si me hace gracia o me causa desespero, se trata del diminutivo clásico pero con modificaciones. Por ejemplo en vez de decir AMOR, los cariñosos amantes se dicen MO. Espero no ofender a nadie pero yo sobre ese sonido nasal, porque los que lo dicen suelen expulsar el aire por la nariz cuando pronuncian la amorosa sílaba. Siempre he tenido mis dudas ¿cómo te puede querer alguien que te llama así? Otros a los que suele recurrir mucho la gente son todos aquellos que tienen la letra CH, esa que ha aniquilado la Academia de la lengua (RAE). Son el CHURRI, PICHURRI, CACHULI, CHUCHI... y demás familia. De este tipo hay uno que es bastante sospechoso porque aunque parezca inofensivo no creo que lo sea tanto y es CHUKI, ¿no se llamaba así el muñeco diabólico? Cuidado, cuidado con aquellos que te llaman así porque eso no puede traer nada bueno. Luego hay otros vocablos que son ideados por gente original y que piensa, son los se que crean exclusivamente para ti porque nadie en el mundo tiene el honor de llamarse de esa manera. Paso a describir una situación concreta que lleva a alguien a hacer una creación tan original. Un verano has ido a la playa y te has puesto negro como un tizón y tu amorcito con el que acabas de comenzar un idilio te bautiza con el nombre de conguito, y conguito te quedas durante 20 años. Escucharás aquello de : --conguito te quiero mucho, conguito no puedo vivir sin ti, o conguito te lo dije-. Da igual que lleguen los inviernos y tu piel esté amarilla como la yema de un huevo el conguito se lleva con orgullo hasta el último día de la relación. Y ahí viene el problema en el final de la relación, porque en esos instantes ese diminutivo fantástico se va quedando descolorido y toda la ridiculez que no vimos al principio, aparece de repente. Es patético cuando en pleno epicentro de la ruptura oyes a tu alrededor la palabra PICHURRILITA y un lagrimón rueda por tu mejilla porque sabes que nunca más, nadie, jamás de los jamases te va a llamar así. Y en vez de sentirte contento porque te han quitado ese INRI de encima te sientes desdichado. Pero sabiendo como sé, que la realidad supera la ficción ¿serías capaz de decirme como te llaman a ti y cuál es tu diminutivo?