miércoles, 20 de agosto de 2014

La magia del Cabo de Trafalgar.






El sol se va poniendo y no puedo dejar de mirar el tranquilo y embelesante paisaje, la mirada queda fijada en el horizonte y parece que quiere uno descubrir allá a lo lejos los restos de la historia, siendo este el camino de tanta gente que ha pasado por aquí. Yo también he pasado por esta tierra muchas veces y vuelvo a ella una vez más, preguntándome como no había vuelto antes, porque te reconcilia con la vida esta luz y este mar.
Y pasaron por aquí los fenicios y cartagineses incansables navegantes... y luego los romanos que trajeron a su diosa Juno, que dio nombre al mes de Junio, diosa de la fertilidad y el matrimonio, hija de Saturno y esposa celosa de Júpiter. En su templo se hacían sacrificios tan cerca del mar que el mismo santuario también hacía las veces de faro.
Los árabes también quisieron dejar aquí su huella y en el sigo IX , construyeron una torre almenara de vigilancia. Pero el episodio que marcaría a este lugar para siempre es un suceso terrorífico y sangriento que contaré a continuación.
 En octubre de 1805 a las seis de la tarde comenzó una contienda en estas aguas entre las armada  franco-española y la inglesa. Más de cincuenta barcos, miles de hombres se disponían a luchar en una batalla feroz y sin sentido, como todas las batallas. Cosme Damián Churruca y Federico de Gravina  entre otros resultarían muertos en este episodio bélico, la mayor derrota que había sufrido la flota española, la gran derrota de la que nunca más se recuperaría. Por la noche una terrible tormenta haría el resto y muchas naves ya naufragaron definitivamente frente a aquella costa que había visto pasar a tantos pueblos. Los habitantes del lugar, gaditanos generosos, corrieron a socorrer a los miles de heridos que flotaban desesperados en las aguas.  También pereció el almirante inglés Nelson, que luchaba con todas sus condecoraciones, era muy fácil distinguirlo entre todos los demás combatientes porque las  medallas en su casaca brillaban en la distancia y le dispararon desde uno de los barcos contrarios en el combate. Su cuerpo muerto fue conservado en un barril lleno de vino hasta que llegó a Inglaterra y se hicieron los funerales con todos los honores. Pero para los ingleses, a pesar de perder a su mayor héroe naval y de las pérdidas de tantos hombres y barcos, aquella contienda significó el hacerse con la hegemonia del mar en aquella época, un triunfo cuyo eco duraría más de un siglo al derrotar a la grande y felicísima armada, como había llamado Felipe II a la armada española en otras batallas navales del pasado glorioso de España.
 La mayor y más importante plaza de la capital de Inglaterra se llamó a partir de entonces Trafalgar Square.
Aun hoy dicen los que observan los fondos marinos que quedan restos de todo ese horrible episodio, tétricos restos de barcos que descansan en los fondos del Cabo de Trafalgar.
 Benito Pérez Galdós narra la batalla en el primer capítulo de sus Episodios Nacionales, y habla Galdós con su magistral pluma de "ataúdes flotantes" refiriéndose a aquella masacre sin sentido.
 Y Luego vendría la construcción del faro, una torre de 34 metros de altura que vigilaría para siempre el cabo de Trafalgar.  En 1860  este estandarte de la comunicación, en una época sin GPS en la que esas torres de vigilancias tan recias y mágicas alumbraban a los navegantes y marinos que no se cansaban de buscar, explorar otras tierras y conocer otras gentes, se erigió blanco e imponente ante aquella costa llena de historia y de crueles tormentas del tiempo y de la vida.
Volver a Cádiz es siempre volver a un lugar lleno de olor a mar, de gente amable y de luz, es como volver a un sentimiento que siempre está dentro, guardado como un tesoro y una noche bajamos a la playa de madrugada para contemplar todo aquel escenario, que además a esas tardías horas está coronado de cientos de estrellas y a lo lejos se divisan las luces de África que parece que se encuentra a un paso de esta costa. Nos tumbamos sobre la arena de la playa a contemplar el cielo y el faro, a lo lejos, seguía iluminando incansablemente. A la vuelta encontramos a un misterioso hombre que fumaba solitaria y silenciosamente en la arena. Me pregunto ahora, si no sería algún alma en pena de cualquiera de los episodios que ha transcurrido en este lugar este fascinante y mágico cabo de Trafalgar.

1 comentario:

  1. ¡Qué bueno y cuánta historia o historias nos rodea! Cuándo viaje a Cádiz ya tendré la lección aprendida. Un abrazo.

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