¿Te has planteado alguna vez cuando empezaste a leer libros y porqué? Dicen que los que somos devotos de la lectura hemos llegado a esta afición porque nos la han inculcado desde pequeños, porque veíamos leer en nuestra casa a nuestra familia y por imitación hemos tomado este hábito de abrir un libro y recorrer sus páginas en busca de no se sabe qué. Creo que no es mi caso. Si que es cierto que en mi casa había libros pero creo que la pasión que siento por la literatura es algo absolutamente mío. No me acuerdo del primer libro que me leí, me parece que fue una de esas novelitas juveniles que circulaban en la época pero de lo que si me acuerdo perfectamente es de la emoción que sentí al poder conocer otras vidas que nada tenían que ver con la mía. Me parece que la magia de la literatura radica en eso, en explorar otras vidas, otros pensamientos, en no sentirme tan limitada con una sola vida por delante, con una sola ciudad por la que transitar, con unos cuantos amores que experimentar, porque creo que no hay tiempo para mucho más en este corto espacio de tiempo por el que circulamos en esta única existencia que nos han concedido. Creo que me entenderás si eres de esos que en alguna ocasión has llegado a mojar las hojas de un libro con esas lágrimas que se te escaparon. Me ha pasado alguna vez, pocas veces es cierto, pero cuando ha sucedido, el contacto de las lágrimas con el papel ha hecho que de repente haya salido de mi ensimismamiento y haya tomado consciencia de que estaba leyendo. Como cuando te despiertas de un mal sueño con una angustia tremenda. En ese momento me he dicho a mí misma: -hey que es un libro, sólo una historia y no la realidad.- Pero ya es tarde porque en ese momento esa historia se me ha quedado dentro y forma parte de mí. Me he visto muchas veces hablando con amigos y mencionando a los personajes de las historias que me he leído como si hablara de algún vecino peculiar y es que cada historia nos trae un mundo de experiencias que no hemos vivido pero que nos calan sin que podamos hacer nada por evitarlo.
De todos los momentos de la lectura hay dos que a mí especialmente me parecen actos de magia. Se trata del momento en que leemos las primeras líneas de una novela. Seguramente para un escritor serán las frases más difíciles de escoger y para nosotros inconscientemente son las palabras en las que queremos encontrar el" todo" de esa historia. Aunque estoy hablando de Narrativa muchas de esas frases del comienzo tienen mucho de poesía. ¿Te acuerdas de ese famoso "En un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme..." ? ¡Qué genial manera de comenzar una historia! , toda la poesía del mundo y todo el misterio desvelado encuentro yo en esta famosa frase del gran escritor de teatro frustrado y creador de la novela moderna Miguel de Cervantes.
Hay un comienzo de un libro, más que unas líneas se trata de un párrafo, que siempre me ha fascinado y en la época en la que pensaba ser profesora de literatura, asignatura que no existe actualmente en los currículos académicos, había decidido que la comentaría con mis alumnos con el fín de engancharlos a este mundo irreal de las letras. Seguro que si el acto de abrir un libro te maravilla, estarás de acuerdo conmigo en que estas líneas con las que empieza La historia interminable de Michael Ende son fabulosas y nos describen a todos nosotros ahí van,
La pasión de Bastián Baltasar Bux eran los libros. Quien o haya pasado nunca tardes enteras delante de un libro con las orejas ardiéndole y el pelo caído por la cara, leyendo y leyendo, olvidado del mundo y sin darse cuenta de que tenía hambre o se estaba quedando helado.
Quien nunca haya leído en secreto a la luz de una linterna, bajo la manta, porque papá o mamá haya apagado la luz con el argumente bien intencionado de que tienen que dormir, porque mañana hay que levantarse tempranito...
Quien nunca haya llorado abiertamente o disimuladamente lágrimas amargas, porque una historia maravillosa acaba y había corrido tantas aventuras, con los que quería y admiraba, por los que había temido y rezado, y sin cuya compañía la vida le parecía vacía y sin sentido...
Quien no conozca todo esto por propia experiencia, no podrá comprender probablemente lo que Bastián hizo entonces...
Este es un comienzo muy hermoso pero hay otras maneras de comenzar una historia que me parecen bastante curiosas como La hija del caníbal de Rosa Montero que comienza así,
La mayor revelación que he tenido en mi vida comenzó con la contemplación de la puerta batiente de unos urinarios. He observado que la realidad tiende a manifestarse así, insensata, inconcebible y paradójica, de manera que a menudo de los grosero nace lo sublime; del horror, la belleza, y de lo transcendental, la idiotez más completa.
Umberto Eco empieza de esta manera esa gran historia que es El nombre de la Rosa,
Era una hermosa mañana de finales de noviembre. Durante la noche había nevado un poco, pero la fresca capa que cubría el suelo no superaba los tres dedos de espesor. A oscuras, enseguida después de laudes, habíamos oído misa en una aldea del valle. Luego, al despuntar el sol, nos habíamos puesto en camino hacia las montañas.
Muchas líneas que nos prometen una gran historia, que son la manera que tiene el autor de hacerse publicidad como si nos dijera: -pasen y lean, no se pierdan este cuento. Adolfo Bioy Casares, ganador del premio Cervantes, autor de una historia fascinante que recomiendo leer, La invención de Morel lo hace de esta manera tan directa,
Hoy, en esta isla, ha ocurrido un milagro.
El otro acto mágíco es sin duda el final del libro. Recorremos esas líneas y nuestra reacción es la de permanecer con el abierto en las manos tal vez saboreando las palabras definitivas y que concluyen la historia. Tal vez lleven en ellas la revelación de todo un entresijo de sucesos que nos ha traído de cabeza durante toda la lectura y al igual que el comienzo, también opino que son frases poéticas que dan sentido a toda la historia y que son el final de ese círculo mágico que se abrió en la página primera.
Hay un final de una novela que me leí en cierta ocasión, Las uvas de la Ira de John Steinbeck, que durante muchos años ha estado girando en mi cabeza. La historia que transcurre en los años de la crisis de 1929 en EE.UU, termina cuando en un cobertizo una mujer recién parida le da de mamar a un hombre para que este no perezca de hambre. Me pareció algo muy brutal que nunca se me ha olvidado. Una escena que el autor escogió para colocarla en ese lugar de la novela, la última página y los últimos renglones. Magistral este autor ganador del premio Nobel.
Pero tengo otro final, es muy conocido tiene algo de bíblico y es el siguiente,
(...)pues estaba previsto que la ciudad de los espejos sería arrasada por el viento y desterrada de la memoria de los hombres en el instante en que Aureliano acabara de descifrar los pergaminos, y que todo lo escrito en ellos era irrepetible desde siempre y para siempre, porque las estirpes condenadas a Cien Años de Soledad no tenían una segunda oportunidad sobre la tierra.
¿Tú también tienes un comienzo o un final favoritos? ¡ Qué nos queden muchas ventanas de éstas por abrir!. Me parece que la vida es más vida, saltando de página en página, abriendo esas ventanas de par en par. Feliz día del libro.
miércoles, 22 de abril de 2015
domingo, 19 de abril de 2015
Mi caballero andante.
No me gusta utilizar términos anglosajones pero me define bastante bien el decir que vivo en el front row de la ancianidad. En primera línea observo cada día a un anciano caballero andante que se apoya en un bastón de mago y comparte mesa conmigo.
Lo miro con mis ojos todavía de "joven" que tiene muchas cosas que hacer, mucha prisa por acabar lo que quiera que esté haciendo, muchos sitios a donde ir, muchos deseos, muchas chispas que salen de mi persona que circula en ebullición por la vida.
Él me mira con sus ojos llenos de recuerdos, con todo su tiempo libre y su lentitud de tierno caracol que lleva toda su existencia a cuestas, la cartera llena de fotos de su ausente amor para sacarlas al sol en cualquier momento y admirar el rostro sonriente retratado antaño, que ahora lo enamora más que nunca, prueba fehaciente de que el verdadero amor se renueva eternamente .
Sus viajes se han limitado a desplazarse hasta el bar de la esquina en reuniones con los amigos que van quedando y en visitarme cada día, trayéndome noticias de ayer. De su persona la ebullición ha desaparecido y ahora destila sabiduría y parsimonia.
Si sigo observando veo tanta vulnerabilidad que de repente me he solidarizado con todos los ancianos del mundo y si como dice Serrat: "todos llevamos un viejo encima" también me solidarizo conmigo misma ya que la otra opción es la eligió Marilyn, morir joven y dejar un bonito cadáver.
La vejez no es un valor que esté en alza ahora mismo en esta sociedad, en este país con un alto índice de gente mayor.
Visito con frecuencia los hospitales cuando a mi caballero andante se le rompe la armadura y necesita que se la remienden y veo a cada familia con su anciano al pie de las camillas.
Vivimos un mundo loco que prolonga las vidas que ya no tienen aliento. Deberíamos vivir hasta que pudiésemos ser capaces de respirar profundamente y transcurrir por los días sin dejar de ser autónomos y pudiendo mantener nuestra identidad, lo demás es un bis que ya no hace gracia. Vivir sin sentir cuando ya se han ido las pasiones, los recuerdos y hasta casi el latido.
Yo soy ahora como esas civilizaciones orientales que veneran a sus mayores por esa paz que dan y por esa sabiduría que tienen. La gente de nuestra generación y de las generaciones anteriores están subidas en la noria de la vida en donde hay poco tiempo para la reflexión y para el sosiego porque se está en la lucha por la supervivencia, el éxito o cualquier loco afán en el que los seres humanos nos empleamos.
Yo me agarro a mi caballero y a su bastón mágico para seguir con él paseando por la vida. Espero que su aventura dure hasta que circule el verdadero aliento por sus venas sin dejar nunca de ser él, sin perder jamás su esencia. Sigo aprendiendo y riéndome a su vera, en eso las cosas no han cambiado tanto de cuando era una niña y teniéndolo cerca parece que la lucha contra los molinos no se hace tan dura.
lunes, 13 de abril de 2015
Asi empieza lo malo. Javier Marías.
En la literatura circula la vida y de una forma particular en los libros de Javier Marías además de una certera reflexión sobre ella. Tal vez en sus novelas haya una especial visión sobre todo, la suya, pero es una panorámica que me convence. Me gusta su punto de vista sobre muchas cosas que a veces coincide con el mío y que otras tantas me enseña o me da a pensar acerca de algo sobre lo que no había reflexionado.
Nacido en Madrid en 1951 su obra ha sido traducida a más de 40 lenguas y publicada en 50 países.
Es curioso como varios de sus libros tienen títulos que pertenecen a la obra de Shakespeare. Es el caso de Mañana en la batalla piensa en mí, Corazón tan blanco y ahora del libro que me ocupa Así empieza lo malo. "Así empieza lo malo y lo peor queda atrás" -decía Shakespeare en una de sus obras.
Así empieza lo malo es una historia en la que dos personajes Muriel y Beatriz viven una serie de acontecimientos que están condicionados por todo lo que sucedió en el pasado. Como la vida misma, todo lo que vivimos en la actualidad en nuestras vidas es como es por cada uno de los movimientos que hemos hecho desde que empezamos a actuar en este gran escenario.
Aparece un tema recurrente en Marías "los secretos". Esas grandes o pequeñas cosas que no contamos, que no nos cuentan y que van a tener tanta importancia en las decisiones que vamos a tomar o en las decisiones que tomarán los demás, cuando ocultamos la verdad o parte de ella, o cuando hacemos una traducción de esta, como si la persona con la que nos comunicamos hablara en otro idioma y tuviéramos la necesidad de traducirle los hechos y así es, los traducimos pero no a otro idioma, los traducimos a nuestro propio pensamiento, que no es el mismo que el del otro.
Ahora me leo esta historia y pienso en todas esas cosas que no dije en su momento o que no me dijeron. Esos silencios que van a ser los culpables de que las cosas hayan transcurrido de una manera determinada.
Lo que no se cuenta influye y lo que se cuenta también porque el ser humano tiene una mala costumbre, ademas de la de callarnos o mentir, también tenemos un vicio, el vicio de contar. Esa necesidad que tiene hasta el mudo impedido para emitir sonidos con sus marchitas cuerdas vocales y que aprende a hablar con sus manos, con esos movimientos que parecen las alas de una mariposa al viento. El introvertido, el tímido, el celoso de su intimidad, el reservado, el asesino, el mentiroso, el traidor, el cura que oye la confesión, el médico que conoce el diagnóstico, el maestro que escucha al padre que derrama su secreto en el aula ya vacía de alumnos, todos cuentan, todos revelan sus miedos, sus esperanzas, sus sueños y los secretos propios y ajenos y cada historia se tergiversa, no es la historia vivida, es la historia contada, ya ordenada, ya un poco lejana del caos de la realidad.
Y hay muchos temas dentro de la novela de Marías, sus personajes tal vez son una excusa para llevarnos por tantas cuestiones que se quedarán dando vueltas dentro de nuestra cabeza una vez que hayamos leído la última página.
El amor apasionado que el protagonista clasifica como de extraño, por lo difícil que es que se dé, incluso de incómodo, por tener que sufrirlo:
¿Por qué habría de querernos el que señalamos nosotros con el tembloroso dedo? (...) ¿A qué tanta casualidad? y cuando se da, ¿a qué tanta duración? ¿Por qué ha de perseverar algo tan frágil y tan prendido con alfileres, la más rara conjunción? (...) El extraño gusto por la repetición, volver al mismo cuerpo y regresar y volver...
La juventud como esa época en la que todavía el ser humano no está formado, no está "hecho" como le dirá Muriel al joven que hace las veces de narrador de la historia, el joven De Vere:
Aún no estás hecho del todo. (...) Probablemente nadie esté nunca hecho del todo, y todavía menos los jóvenes, y es normal que los mayores los veamos así, inacabados o como una novela a medio escribir o leer, en la que puede suceder cualquier cosa o no tanto- pero demasiadas-.
Como vemos a los demás en nuestras relaciones:
El otro nunca está claro, es siempre oscuro, hasta nuestra mujer y nuestros hijos nos resultan opacos, y en efecto uno nunca se mete en los pensamientos de nadie y a veces los otros, ni siquiera están pensando, solo reaccionan, sólo actúan o responden a estímulos, pasando por el cerebro por alto o no haciéndole caso o sorteándolo, no dándole tiempo a expresarse, ni a formularse...
La novela está ambientado en el Madrid de los años 80, recién instalada la democracia, recién instalada la "supuesta libertad" que se respiraba después de tantos años oscuros:
Fue un período en el que en Madrid casi nadie dormía porque tras las noches de farra, y salvo los estudiantes y los artistas y los vagos profesionales, no había noctámbulo que, no se encontrara a la mañana siguiente en su puesto de trabajo. (...) Nadie era capaz de sustraerse a la ebullición nocturna de aquellos años, anómalos, festivos pese a las zozobras políticas, las incertidumbres de toda índole, si tenía algo de dinero y aunque fuera muy desdichado. Por entonces no eran raros los atascos de tráfico, en medio de la madrugada de un miércoles, de un lunes y hasta de un triste martes.
El tema de la maldad está continuamente presente en el libro, lo malo que empieza siempre en cualquier momento de la vida:
Hay que contar con que todos hemos hecho algo malo en alguna oportunidad. Tú también, o si no: dispones de todo el tiempo del mundo, demasiados años por delante.
El eco de los años oscuros del dictador planea sobre las páginas de la novela de Javier Marías. Hechos horrendos que salen a la luz cuarenta años después, cuando muchos limpiaron sus manos, cambiaron su semblante y su culpa y se vistieron de demócratas alegremente;
Hace cuarenta años no había medias tintas entonces. Pero estamos en 1980, y han pasado esos cuarenta años para mezclarlo todo más de lo que imaginamos.
A muchos se les pagaba en especie (...)-¿En especie? ¿Qué especie, si esas familias tenían poco o nada? -Tenían pasado. Tenían secretos y tenían mujeres.
Podría escribir muchísimas citas más de este libro que no es ni el mejor ni el peor de este escritor, pero que es una vez más una novela que me interesa y me lleva a reflexionar sobre muchas cosas.
Me fascinan los finales en la literatura. Ese mensaje que busca el escritor para apartarse definitivamente de la historia, cerrarla y dejarnos a nosotros con esa certeza o con una incertidumbre tremenda. Ahí van las líneas con las que acaban esta novela:
Hice bien en esperar a quererla, a que me señalara con su tembloroso dedo y yo estuviera en condiciones de verla, y he hecho bien en quererla todos estos años atrás, seguramente no he hecho nada mejor en mi vida.
No será lo mejor que hagas en tu vida pero no te pierdas a Javier Marías en Así empieza lo malo, vivir otras vidas es un placer que nos da la literatura, la suya con una visión tan profunda de la vida mucho más.
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