En la literatura circula la vida y de una forma particular en los libros de Javier Marías además de una certera reflexión sobre ella. Tal vez en sus novelas haya una especial visión sobre todo, la suya, pero es una panorámica que me convence. Me gusta su punto de vista sobre muchas cosas que a veces coincide con el mío y que otras tantas me enseña o me da a pensar acerca de algo sobre lo que no había reflexionado.
Nacido en Madrid en 1951 su obra ha sido traducida a más de 40 lenguas y publicada en 50 países.
Es curioso como varios de sus libros tienen títulos que pertenecen a la obra de Shakespeare. Es el caso de Mañana en la batalla piensa en mí, Corazón tan blanco y ahora del libro que me ocupa Así empieza lo malo. "Así empieza lo malo y lo peor queda atrás" -decía Shakespeare en una de sus obras.
Así empieza lo malo es una historia en la que dos personajes Muriel y Beatriz viven una serie de acontecimientos que están condicionados por todo lo que sucedió en el pasado. Como la vida misma, todo lo que vivimos en la actualidad en nuestras vidas es como es por cada uno de los movimientos que hemos hecho desde que empezamos a actuar en este gran escenario.
Aparece un tema recurrente en Marías "los secretos". Esas grandes o pequeñas cosas que no contamos, que no nos cuentan y que van a tener tanta importancia en las decisiones que vamos a tomar o en las decisiones que tomarán los demás, cuando ocultamos la verdad o parte de ella, o cuando hacemos una traducción de esta, como si la persona con la que nos comunicamos hablara en otro idioma y tuviéramos la necesidad de traducirle los hechos y así es, los traducimos pero no a otro idioma, los traducimos a nuestro propio pensamiento, que no es el mismo que el del otro.
Ahora me leo esta historia y pienso en todas esas cosas que no dije en su momento o que no me dijeron. Esos silencios que van a ser los culpables de que las cosas hayan transcurrido de una manera determinada.
Lo que no se cuenta influye y lo que se cuenta también porque el ser humano tiene una mala costumbre, ademas de la de callarnos o mentir, también tenemos un vicio, el vicio de contar. Esa necesidad que tiene hasta el mudo impedido para emitir sonidos con sus marchitas cuerdas vocales y que aprende a hablar con sus manos, con esos movimientos que parecen las alas de una mariposa al viento. El introvertido, el tímido, el celoso de su intimidad, el reservado, el asesino, el mentiroso, el traidor, el cura que oye la confesión, el médico que conoce el diagnóstico, el maestro que escucha al padre que derrama su secreto en el aula ya vacía de alumnos, todos cuentan, todos revelan sus miedos, sus esperanzas, sus sueños y los secretos propios y ajenos y cada historia se tergiversa, no es la historia vivida, es la historia contada, ya ordenada, ya un poco lejana del caos de la realidad.
Y hay muchos temas dentro de la novela de Marías, sus personajes tal vez son una excusa para llevarnos por tantas cuestiones que se quedarán dando vueltas dentro de nuestra cabeza una vez que hayamos leído la última página.
El amor apasionado que el protagonista clasifica como de extraño, por lo difícil que es que se dé, incluso de incómodo, por tener que sufrirlo:
¿Por qué habría de querernos el que señalamos nosotros con el tembloroso dedo? (...) ¿A qué tanta casualidad? y cuando se da, ¿a qué tanta duración? ¿Por qué ha de perseverar algo tan frágil y tan prendido con alfileres, la más rara conjunción? (...) El extraño gusto por la repetición, volver al mismo cuerpo y regresar y volver...
La juventud como esa época en la que todavía el ser humano no está formado, no está "hecho" como le dirá Muriel al joven que hace las veces de narrador de la historia, el joven De Vere:
Aún no estás hecho del todo. (...) Probablemente nadie esté nunca hecho del todo, y todavía menos los jóvenes, y es normal que los mayores los veamos así, inacabados o como una novela a medio escribir o leer, en la que puede suceder cualquier cosa o no tanto- pero demasiadas-.
Como vemos a los demás en nuestras relaciones:
El otro nunca está claro, es siempre oscuro, hasta nuestra mujer y nuestros hijos nos resultan opacos, y en efecto uno nunca se mete en los pensamientos de nadie y a veces los otros, ni siquiera están pensando, solo reaccionan, sólo actúan o responden a estímulos, pasando por el cerebro por alto o no haciéndole caso o sorteándolo, no dándole tiempo a expresarse, ni a formularse...
La novela está ambientado en el Madrid de los años 80, recién instalada la democracia, recién instalada la "supuesta libertad" que se respiraba después de tantos años oscuros:
Fue un período en el que en Madrid casi nadie dormía porque tras las noches de farra, y salvo los estudiantes y los artistas y los vagos profesionales, no había noctámbulo que, no se encontrara a la mañana siguiente en su puesto de trabajo. (...) Nadie era capaz de sustraerse a la ebullición nocturna de aquellos años, anómalos, festivos pese a las zozobras políticas, las incertidumbres de toda índole, si tenía algo de dinero y aunque fuera muy desdichado. Por entonces no eran raros los atascos de tráfico, en medio de la madrugada de un miércoles, de un lunes y hasta de un triste martes.
El tema de la maldad está continuamente presente en el libro, lo malo que empieza siempre en cualquier momento de la vida:
Hay que contar con que todos hemos hecho algo malo en alguna oportunidad. Tú también, o si no: dispones de todo el tiempo del mundo, demasiados años por delante.
El eco de los años oscuros del dictador planea sobre las páginas de la novela de Javier Marías. Hechos horrendos que salen a la luz cuarenta años después, cuando muchos limpiaron sus manos, cambiaron su semblante y su culpa y se vistieron de demócratas alegremente;
Hace cuarenta años no había medias tintas entonces. Pero estamos en 1980, y han pasado esos cuarenta años para mezclarlo todo más de lo que imaginamos.
A muchos se les pagaba en especie (...)-¿En especie? ¿Qué especie, si esas familias tenían poco o nada? -Tenían pasado. Tenían secretos y tenían mujeres.
Podría escribir muchísimas citas más de este libro que no es ni el mejor ni el peor de este escritor, pero que es una vez más una novela que me interesa y me lleva a reflexionar sobre muchas cosas.
Me fascinan los finales en la literatura. Ese mensaje que busca el escritor para apartarse definitivamente de la historia, cerrarla y dejarnos a nosotros con esa certeza o con una incertidumbre tremenda. Ahí van las líneas con las que acaban esta novela:
Hice bien en esperar a quererla, a que me señalara con su tembloroso dedo y yo estuviera en condiciones de verla, y he hecho bien en quererla todos estos años atrás, seguramente no he hecho nada mejor en mi vida.
No será lo mejor que hagas en tu vida pero no te pierdas a Javier Marías en Así empieza lo malo, vivir otras vidas es un placer que nos da la literatura, la suya con una visión tan profunda de la vida mucho más.

Un blog que recomiendo leer a menudo. "El vicio de contar",
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