lunes, 30 de marzo de 2015

¡TAXI !











    Iba absorta mirando a través de la ventanilla del taxi, eran las siete de la mañana y
 la ciudad se iba despertando poco a poco, en la radio sonaba una de esas canciones imposibles a la que no se la puede ubicar en una época determinada, era una canción antigua y melancólica y en aquel momento era la banda sonora de mi vida. Aquella vida mia extraña y complicada que parecía haberse  detenido en aquel taxi y en aquella hora, las siete de la mañana, una hora para no estar despierto, para estar a salvo y abrigado en una cama que no esté vacía y cubierta de mullidos edredones Pero yo iba en un taxi y a esa hora  tal vez estuvieran pasando cosas buenas  como una hornada de croasanes calientes y deliciosos que salían de un ardiente horno o el inminente encuentro de dos amantes que impacientes se disponían a darse un abrazo infinito tras de la puerta. Eran las siete de la mañana y también era probable que todo lo malo de la vida estuviera a punto de suceder. Alguien que se disponía a ingresar en prisión o un suicida que barajaba la posibilidad de llegar al final del camino con lo  imprevisibles que son los suicidas normalmente.
   Pero en aquel taxi se estaba bien era como estar en tierra de nadie. Las calles se iban sucediendo ante mis ojos con esa luz mortecina que empieza a aparecer con los primeros rayos de sol que se hacen notar en el frío y festivo mes de Febrero. Mi pensamiento volaba a la misma velocidad que se movía ese vehículo blanco con un cartel de libre en el parabrisas. Libre, libre, libre, así me sentía a las siete de la mañana en aquel taxi, deseando no llegar a mi destino porque  todo lo veía claro desde ese lugar inexistente en  ese estado de gracia y en  ese momento tan preciso,
    El coche se paró, a duras penas le pague al taxista tal vez haciendo tiempo para no salir rápidamente, para seguir escuchando la banda sonora de mi vida que ahora se había convertido en una melodía maravillosa que no quería dejar de escuchar, para intentar seguir pensando con tanta clarividencia, para seguir sintiéndome tan libre a las siete  de una mañana fría de Febrero.
   Y me vi ante mi puerta introduciendo la llave en la cerradura y miré hacia el taxi que desaparecía en la esquina. Y volvió mi vida extraña  a instalarse de nuevo en  mis pensamientos.

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